Como pocas disciplinas, la moda tiene la capacidad de imaginar el futuro, así que ya vislumbramos el horizonte de la próxima temporada. Entre tonos tierra, texturas festivas y una nueva forma de ver el minimalismo, llega el reporte de tendencias de la moda mexicana para primavera/verano 2019.
Minimalismo actualizado
Líneas simples y colores neutros —principalmente el blanco, el negro y el gris— construyen atuendos urbanos. En síntesis, las propuestas de temporada combinan elegancia sartorial con básicos que conforman el guardarropa cotidiano. Arkatha es una firma que típicamente se concentra en las geometrías esenciales y esta temporada sigue acertando; Lorena Saravia muestra su obsesión por el negro con llamativos cut-outs. Ocelote, por su parte, refresca lo minimal al incorporar logos y detalles de la cultura streetwear.
Tonos tierra
Arena y barro predominan en la gama cromática que proponen diseñadores como la tijuanense Daniela Villa, en una colección inspirada por el origen de los jaguares. Mientras tanto, Guillermo Jester presentó siluetas en telas de colores crudos con su particular línea de diseño que parte del patronaje artesanal. No perdemos de vista la ligereza de los diseños de Francisco Cancino para Yakampot.
Layering
Una tendencia que normalmente surge en temporadas invernales, debido a la necesidad de superponer capas para resguardarnos del frío. Y sin embargo, el layering revive en algunas colecciones de p/v, en ocasiones como un mero efecto óptico que hace que una camisa luzca como dos; en otras jugaremos con prendas ligeras para crear este efecto de volúmenes. En México se suman a esta tendencia Boyfriend’s Shirt y Arkatha. La primera, fundada por Laura Carrillo, destaca por sus creaciones del guardarropa masculino del cual las clientes se han hecho cada vez más adeptas.
Romance circular
En un momento en el que la moda genderless y las prendas utilitarias del workwear han cobrado auge por su neutralidad, esta tendencia convive con ellas desde el lado más romántico de la feminidad. Se trata de una vuelta hacia las faldas circulares, crinolinas y el uso del tul que evocan a la silueta femenina de los años 50.