Existen muchas concepciones sobre cómo es el cielo. Para mí, el resort One&Only Palmilla es una de mis favoritas. Entre el desierto y el Mar de Cortés, podría pasar temporadas infinitas entregada al hedonismo de gozar el calor, la brisa, una siesta y, claro, la espectacular comida.
Por Sagrario Saraid Fotos Cortesía One & Only Palmilla
A la lectura podrán parecer descripciones cursis, pero juro que mientras uno está ahí, todo cobra un nuevo sentido. Es como si el sentimiento de agradecimiento, por el simple hecho de existir, se avivara. Cómo no agradecer ver una ballena gris que emerge majestuosa y señorialmente sobre las tibias aguas del Mar de Cortés. Imposible dejar de maravillarse con el contraste casi incomprensible que ofrece el paisaje, el desierto encontrándose con el mar. A la distancia se descubren en el silencio los pensamientos más insospechados, que ni siquiera había alcanzado a escuchar entre tanto ruido habitual. Qué bien se siente adentrarse en el mar.
Aunque sigo en México, me gusta saber que estoy lejos de casa, hasta la punta sur de la península de Baja California, en uno de los límites del país; en esa frontera en donde lo que sigue es la infinidad del mar.
No quiero nada más que hacer nada. Contemplo el campo de golf que fue diseñado por nada más y nada menos que Jack Nicklaus, y que cuenta con 27 hoyos. Tengo más de cien hectáreas por recorrer, para conocer toda la propiedad, pero hoy, como diría la canción, ‘hoy no me puedo levantar’. Pero sé que una sola razón me impulsa de mi mullida tumbona: comer. One&Only cuenta con varios restaurantes, pero yo no quiero perderme del gozo de disfrutar del clima. Decido comer en Agua, un lugar estilo palapa en donde se ofrece cocina calificada como Mexiterránea. Agua se alza sobre un acantilado con una impresionante vista al mar, al lado de la espectacular piscina en el borde estilo infinity.
El espacio fue diseñado por Adam D. Tihany, quién también vislumbró el restaurante del resort Market. Tihany es conocido por su trabajo en DANIEL, Le Cirque, Per Se y Jean Georges, en la ciudad de Nueva York.
¿Cómo puedo tener tanta hambre si no he hecho nada? Podría comerme todo lo que aparece en el menú. Me gusta seguir en mi estilo casual y sin mucha formalidad.
La promesa de todo lo que se ofrece en Agua me mantiene con una alta expectativa que ya se hace literal y, redundantemente, agua la boca.
Como un popurrí asado de vegetales, Tortita con picholine tapenade de aceitunas y foie gras salteado, servido con polenta de maíz azul y una porción de vino rojo grenache. O las entradas que incluyen exclusivos platillos como el tagine de cordero servido con alcachofas, tomates secos, queso de cabra y salsa de res El hanout y trozos de ternera a la parrilla servida con plátano macho estofado en una salsa de mole negro.
O tal vez pido algún ingrediente marino, pues lo mejor de la producción local de pescados y mariscos, son usados en todo el menú y, me dicen, son entregados diariamente por un grupo de proveedores locales cuidadosamente seleccionados.
Creo que todo lo probaré. Todo me lo comí. No pude parar, lo confieso: ¡estaba delicioso! Delito era dejar algo. Estoy satisfecha, pero no puedo resistirme a la tentación de la crème brûlée de cajeta y la palanqueta, me dicen, para tener energía el resto del día. Yo pienso “¡pero si ni me muevo más que para comer y de ahí tenderme a dormir!”. El postre también lo saboreé.
Obvio tomé vino. La diversidad en la carta es tal, que maridé con varias propuestas de etiquetas mexicanas, las cuales representan el 60% de la lista, que contiene más de 200, y forma la colección de vinos mexicanos más grande del país. Claro que también hay de Francia, California, Sudamérica, Nueva Zelanda y Australia.
Una vez cometido el pecado de la gula, me pregunto quién es el culpable de hacerme sucumbir ante deliciosos manjares, quién me hizo olvidar mis días de dieta, gimnasio y kilómetros recorridos para mantenerme en forma. Quién compensó tan espectacularmente mis días de descanso.
Averiguo. Fue el chef ejecutivo Larbi Dahrouch, nacido en Marruecos, antiguo protegido o “protégé” del legendario cocinero francés Jean-Louis Palladin. Larbi viajó por todo México antes de la inauguración del resort para descubrir la auténtica cocina nacional y probarla en diversos mercados y puestos. Dahrouch comenzó su carrera a la temprana edad de 13 años en Francia, cuando era aprendiz del ya fallecido Palladin, en Gascuña. Él continuó trabajando con él en el Hotel Watergate en Washington DC, y también con el Chef Michel Richard, en el restaurante Citronelle de esa misma ciudad. Dahrouch también ha colaborado en diversas cocinas a lo largo del mundo incluyendo París, Los Ángeles, Filadelfia y Boston. Como resultado de su experiencia, el menú del restaurante Agua presenta una comida clásica mediterránea con contundentes influencias e ingredientes mexicanos. Ya decía que esto no era creación de un cocinero poco experimentado. Todo estuvo delicioso. La repostería está a cargo de Steve Lindsay. También espectacular.
Me levanto y suspiro pensando lo feliz que me siento. Caminaré para quitarme la sensación de pesadez con la que me he quedado. Iré al spa a pedir una cita para dentro de un par de horas y llegar fresca a la cena. ¡Ay que vida la mía!
One&Only Palmilla
Km 7.5 carretera Transpeninsular, San Jose Del Cabo,
Baja California Sur,
T. 01 800 667 5757
oneandonlyresorts.com