A más de 150 años de la primera feria de arte, hacemos un recorrido por los momentos más destacados y algunos absurdos en su historia, hasta llegar al presente.
El origen
El Salón des Refusés (o el “Salón de los rechazados”), en 1863, es comúnmente aceptado como el evento que inauguró esta categoría. Transgresora, se originó por artistas que habían sido rechazados por el Salón de la Academia Francesa, cuyos curadores preferían trabajar con creadores del canon clásico y renacentista. Realmente fue un levantamiento contra la institución de la época, logrando así generar ingresos para artistas con ideas estéticas anti-autoritarias, fuera de la convención.
Más tarde, en 1913, la Exhibición Internacional de Arte Moderno (o Armory Show) popularizó en Nueva York a nombres europeos como Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Paul Cézanne, Henri Matisse, Paul Gauguin y Marcel Duchamp. Y aunque esencialmente fue, es y probablemente será una plataforma de intercambio comercial, la relevancia de su primer aliento tuvo lugar en la consolidación del mercado de arte en Estados Unidos, así como la fundación de muchos de los museos y colecciones de arte en este contexto.
Siglo XX: El comienzo del auge
De acuerdo con la historiadora, comisaria y escritora Berta Sichel, el auge de las ferias de arte arrancó con tres eventos fundamentales en 1970: Art Cologne, Art Basel y Art Brussels. Todas ellas en ciudades prominentes que albergaban importantes colecciones. Para el año 2005, afirmaba que en un año se abrían cuatro cada semana. Y aunque señalaba que era imposible negar su impacto, éstas ya planteaban “un reto a la experiencia tradicional del museo/galería”.
Sichel afirmó una cuestión que sigue estando vigente: “Las ferias son un negocio y deben dar beneficios, por eso queda muy poco espacio para la experimentación y los ensayos”. No obstante, con su expansión en las diferentes capitales del arte ha llegado su evolución. En Ciudad de México, plataformas como Feria de Arte Material han experimentado con secciones propositivas como un importante programa de performance. Zona Maco, por su parte, cuenta con un panel constantemente alimentado por diálogos especializados. Por supuesto, estas nuevas exploraciones no han estado exentas de crítica.
En un ensayo publicado en el journal E-Flux, el artista y escritor londinense Morgan Quaintance ironiza sobre un panel realizado en 2015 dentro de Frieze, en Londres. Sobre la charla, titulada Can artists still afford to live in London?” (¿Pueden los artistas todavía permitirse vivir en Londres?), el autor responde: “Por supuesto que no, nadie puede”. Y continúa: “lo más absurdo del ejercicio fue la noción de que el lugar para hablar de ello era una feria con un costo de aproximadamente 62 dólares”.
“Hoy existen demasiadas ferias”
Lo que ha cambiado sobre las ferias en el presente es, también, lo que ha cambiado sobre las sociedades. De acuerdo con un artículo firmado en 2019 por Elizabeth Dee —fundadora de la feria de arte Independent, en Nueva York—, hoy existen demasiadas ferias.
De acuerdo con las estimaciones de la autora, entre 2005 y 2015 el sistema del arte pasó de tener 68 hasta 220 ferias registradas. “Esto resulta en un sistema sobre saturado”, advirtió. Pero si la proliferación de ferias significa la aceleración del flujo de transacciones en este mercado, el estatus es optimista. Y sin embargo, Dee apunta un nuevo fenómeno llamado “colapso del contexto”. El término, que viene del ámbito académico enfocado en estudios digitales, se refiere a la ocasión en la cual los usuarios de una red tienen una audiencia conformada por diferentes comunidades: familia, amigos, colegas, por ejemplo.
Nuevos retos
De acuerdo con esta interpretación, en el ámbito de las ferias de arte, donde se reúnen diferentes tipos de públicos —especializados y no especializados; coleccionistas, curadores, patrocinadores o académicos—, ocurre una “deficiencia narrativa”. Así, ha habido un cambio importante en la forma en que las galerías presentan el trabajo de los artistas, en el contexto de la feria. Para Dee, cada vez más los montajes en las ferias “carecen del contexto que se adquiere al ver diferentes obras de un mismo artista, dispuestas con un sentido que evidencia su investigación o sus prácticas a lo largo del tiempo”. En cambio, este ejercicio puede ser realizado por las galerías por fuera de estas plataformas, en exhibiciones solitarias.
Dee sostiene que “actualmente los coleccionistas encuentran dificultad en identificar obras con mayor valor y oportunidad en una feria grande”, debido a la “confusión y saturación” que sostiene esta experiencia.
Polémica en las ferias
El caso de Avelina
El 9 de febrero de 2020, Zona Maco sucedía con relativa calma hasta que una obra firmada por Gabriel Rico se quebró en añicos. Entre la mar de especulaciones y memes, el mundo se enteró que la causante del incidente fue Avelina Lésper. De acuerdo con el comunicado de la galería OMR, la pieza Nimble and Sinister Tricks (to be preserved without scandal and corruption) sufrió daños irreparables y una recreación absoluta de la misma era imposible.
Esa misma tarde, Lésper sugirió que así —en miles de pedazos de vidrio— se vendiera la obra de Rico, como sucedió con El gran vidrio de Marcel Duchamp, roto durante su traslado; en ese histórico caso, el propio Duchamp declaró que el accidente sería parte de la obra. Pero aunque tal vez todo el arte contemporáneo del presente se debe a Duchamp, se viven otros tiempos y otras decisiones estéticas. Ante esto, el galerista respondió: “adiós, te puedes ir, dame tu teléfono y luego te digo qué pasó”.
La banana de Cattelan
Apenas en diciembre de 2019, un plátano adherido a la pared también “rompió” el internet. Se trata de Comediant, la polémica obra de Maurizio Cattelan que no tuvo uno sino dos ventas. Valuada en 120 mil dólares, la banana con cinta adhesiva fue seriamente comentada, criticada y replicada en redes sociales. El suceso se volvió aún más incendiario cuando la obra fue “completada” por David Datuna, un artista que se detuvo a contemplar la obra, la despegó y se la comió. Así, sin reparos, la vieja pregunta reapareció: ¿es esto arte?
El italiano Cattelan es uno de los artistas contemporáneos más prestigiosos del siglo. Genial e irreverente, ya antes fue tema noticioso cuando su retrete de oro macizo de 18 quilates (valorado en 1,250 mil dólares) fue robado en el marco de una exposición en el palacio Blenheim, en Woostock. Finalmente, la pieza creada como una sátira sobre los excesos de riqueza, fue recuperada por la policía británica.
En el caso de Cattelan, la provocación es parte de sus intenciones estéticas. Comedian es autocrítica e irónica con el propio campo del que emerge: el arte contemporáneo. Con Avelina, el accidente llegó para detonar discusiones sobre la replicabilidad de las obras, la experiencia estética que deviene de circunstancias inesperadas y, como cada tanto, una vieja y necesaria pregunta: ¿cómo se determina el valor de un objeto de arte?
En Feria de la Acción, el espectador es parte de la obra