Esteban Fuentes de María (Puebla, 1995) nació con pintura en sus dedos y con plumas de colores en su alma. Comenzó a pintar al mismo tiempo que decía sus primeras palabras. Nada extraño para alguien que creció con una madre artista y en una familia de ornitólogos apasionados que registraban aves en laboriosos bocetos desde hace 250 años. Esta marcada influencia trazó su camino. Uno honesto, auténtico, muy suyo. Si algo podemos decir de la obra del pintor poblano es que nace de su herencia, de su amado México y de una profunda reflexión en torno a la libertad.
Pintura al vuelo
Su trabajo exuda aves. Algunas al vuelo en parvadas áureas; otras, estáticas, miran al espectador. Muchas libres, pocas enjauladas. Un par, antropomorfas. Autorretratos. Trazos libres y estilizados que saben a historia. A la de Esteban Fuentes de María. A la de Magdala, ciudad arqueológica en Israel que el joven poblano ayudó a descubrir. A la de su estudio en Puebla, ubicado en una casa con 488 años de antigüedad. A la influencia prehispánica y novohispana de su ciudad natal. El discurso del artista posee raíces profundas.
“La caída de dos aves azules”, 2018
«Cuando yo pinto aves es para representar la libertad, que considero es lo más importante que tenemos. Los humanos somos libres, pero a veces nos gusta engañarnos detrás de jaulas. Hay gente que ocupa su tiempo en volar y hay quien lo ocupa en ser prisionero de sí mismo. El balance entre tiempo y libertad definitivamente es lo que forma mi obra. Siempre acompañado de velas y mis muchos rituales para pintar», comparte el artista.
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Rituales
¿Qué sería de un artista sin ellos? Las obras se alimentan del proceso artístico y, en ocasiones, son el proceso en sí mismo. Esteban crea únicamente con luz natural. La fina iluminación del amanecer, poco después de las 5 de la mañana, es su predilecta, pues dota de tonos rojos y dorados el lienzo en blanco. Otra opción son las velas. Decenas de ellas iluminan los estudios del pintor en Puebla y París —ciudad donde radica actualmente—. «El fuego, al final, es luz de verdad. Un pedacito de sol en mi escritorio».
Fuentes de María no sólo crea con luz natural, también exhibe así su obra. Cuando abrió su galería en la Ciudad Luz, el año pasado, la familia Guggenheim la visitó y comentó que era la primera que conocía cuya curaduría estaba hecha con velas. «Todo dentro de mi proceso tiene un porqué; tiene que ser honesto, real», explica este maestro de la luz que incorpora en sus creaciones hoja y polvo de oro que refulgen ante el tintineante fuego.
Se mudó a París hace unos años para estudiar arqueología: «A veces la gente no entiende la relación del arte con la arqueología, pero sin duda es lo que me está llevando más lejos». ¿Hacia dónde? Hacia la tercera dimensión. Esteban se está aventurando en la escultura; trabaja en algunas piezas para la Fundación Vicente Ferrara, entre muchos otros proyectos de los cuales no quiere asegurar nada porque «cuéntale a Dios tus planes y se reirá de ellos», afirma.
“El ignorante”, 2018
De naturaleza bohemia, disfruta tener amigos en su estudio y recrear el savoir faire de la Belle Époque parisina. ¿Qué opina de la industria del arte en esta ciudad europea, en comparación con México? «En París se siguen haciendo las mismas cosas desde hace 150 años. México, en cambio, es una sociedad muchísimo más vibrante y camaleónica, con un mundo del arte joven y en completo crecimiento que se atreve a experimentar. Entre París y México existe una relación muy profunda, desde hace cientos de años, en la cual México produce arte y París lo aprecia. El vínculo entre los dos países es muy rico y se complementa perfectamente».
“Corazón y pájaro carpintero”, 2018
Sobre Esteban Fuentes de María
El artista Esteban Fuentes de María Huitrón nació en Puebla el 16 de febrero de 1995. Inauguró su primera exposición individual en la Casa de la Cultura, en 1999, cuando tenía cuatro años de edad. En 2009 viajó a Finlandia para comenzar su primer mural fuera de México. Ha expuesto en varias ciudades de su país natal, en Europa y La Habana, en el Museo Memoria y Tolerancia, el Museo Amparo, la Fábrica de Arte Cubano e, incluso, en el Museo del Louvre. También ha colaborado con marcas como Salvatore Ferragamo y Absolut.
A los 16 años trabajó en la expedición arqueológica que resultó en el descubrimiento de la ciudad perdida de Magdala, en Galilea, Israel. Ganó el Premio Nacional de Ciencia Joven por sus estudios sobre cómo se desarrolla el talento e impulsó la campaña “Yo Soy Mexicano”, de la pasada Presidencia de la República. A finales de 2018 colaboró con Salvatore Ferragamo interviniendo unos sneakers de edición limitada. Instagram: @arteenmexico
Imágenes de la obra cortesía del artista.
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