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El fantástico arte japonés del Kiri-e

El fantástico arte japonés del Kiri-e

Por: Luciana Cacciaguerra 20 Sep 2021

Los japoneses y su milenario arte de bordar el papel, técnica de expresión artística de la delicadeza del espíritu nipón, cobra niveles inusitados en el Kiri-e.

No es nuevo para nadie el amor de los japoneses por las cosas delicadas, por el arte del detalle en todas sus expresiones. Cuando pensamos en el arte del papel lo mas probable es que enseguida pensemos en el origami japonés, o sea la técnica de doblar y enrollar el papel para darle forma de objetos y animales. Los nipones fueron los primeros que manejaron enseguida el papel de mil maneras, tanto que al crear las técnicas de enrollado, doblado, calado y recorte de alto nivel como el origami, el Kiri-e, el kirigami o el kusudama lo transformaron en arte y tradición. Lo fascinante de esto es la precisión requerida para realizarlo, el corte perfecto y el resultado que se transforma en una hipnótica obra maestra. La técnica, aparentemente sencilla necesita ser practicada muchísimo para obtener la máxima calidad. Se trata de crear un dibujo y luego con diferentes tipos de cuchillas y tijeras muy afiladas, se recorta el borde de las lineas que lo conforman, ya sea en negativo o en positivo para dar a luz un increíble efecto de bordado en papel.

Al parecer,  en los registros históricos de las dinastías chinas el papel fue inventado por un alto funcionario del gobierno y eunuco llamado Ts’ai Lun quien reportó su invento en el año 107 d.C. En realidad no se sabe bien si éste lo inventó personalmente, financió su invención o perfeccionó un invento anterior. El hecho es que se le adjudicó la paternidad de este material para siempre. Los chinos empezaron a producir encajes de decoración para ventanales y lo hacían con máxima precisión inclusive los pintaban de colores, manteniendo esta técnica de calado y recorte hasta los días de hoy.

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Pero los japoneses son los que han creado esta técnica y que de paso es la menos conocida de este arte maravilloso y sorprendente. En especial el Kiri-e, literalmente “papel cortado”, es un trabajo de inmensa paciencia y precisión en el que está totalmente prohibido el uso de trucos como la pega u otros atajos para corregir o remediar un error. El tipo de papeles que se utilizan para recortar, las tintas para colorear el trabajo final, las tijeras y cuchillas perfectamente afiladas, la habilidad, experiencia y el tiempo que se necesitan para elaborar estas obras de arte, hacen que esta tradición se haya ganado un lugar importante en la cultura japonesa. Interesante saber que el papel llegó a México en 1519 con los españoles; y el recortado y doblado se utilizó para las decoraciones en fiestas de pueblo y con fines mágicos ceremoniales en algunas zonas del país.

En Japón esta técnica de cortado de papel, llamada ISE-Katagami, se utilizaba para crear los patrones con los que se imprimían las telas para hacer los kimonos. Aquí se usaban varias capas de papel pegadas entre sí con una goma natural y reforzada por una base de seda. No solo se les daba esa finalidad, también se vendían como piezas de arte y también se usaban para pintar esos patrones en las paredes de las habitaciones.

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El extraordinario arte del Kiri-e en la actualidad

Hay muchos artistas no solo del pasado sino de hoy día que se han dedicado a la tarea de mantener viva esta tradición y tienen escuelas no solo en Japón sino en todo el mundo. Una de las mas reconocidas hoy en día es Masayo Fukuda. Tiene 25 años trabajando este arte y su obra mas famosa e impactante es “Octopus”, un pulpo calado en una sola hoja de papel y con tantos detalles mínimos que pareciera un dibujo hecho en plumilla.  Después de muchísimas horas de recortado el resultado final es una espectacular obra cuyo nivel de transparencia, detalles y refinamiento es altísimo y casi inimitable.

Otra famosa experta en el arte del Kiri-e es Kanako Abe, una artista japonesa que reside en California y que desde el 2012 se dedica a esta técnica. La desarrolla hacia la temática natural, recortando figuras de animales del bosque con bellos motivos florales y patrones muy complejos. Ella asevera usar esta técnica como un modo de meditación diaria, una manera de reflexión sobre la pureza y simplicidad de la vida y de los sentimientos y la interconexión que hay entre estos y el universo.

Pero este arte, si bien milenario, también se expone al paso de los tiempos y con el se ve afectado por el progreso en forma de tecnología. De hecho como todo en la vida, se moderniza por decirlo de alguna manera o mejor, se adapta a transformarse según el avance del mundo. Lo podemos apreciar en un artista como Rogan Brown de origen angloirlandés, que se especializa en reproducir a través de la técnica del Kiri-e, las formas de las bacterias aumentadas miles de veces para el ojo humano.

Él usa parte de la tecnología moderna como el cuchillo láser mezclado el trabajo a mano con cuchilla, cutters y tijeras y una infinita paciencia en sobreponer perfectamente cada lámina de papel sobre la otra para que el resultado visual sea exactamente igual al original, además de un sentido de la observación preciso e inagotable. Un trabajo puede durar hasta cinco meses para llegar a las obras espectaculares que crea y que en muchas ocasiones se pueden definir hasta como esculturas.

Rogan Brown se deja fascinar por la perfección de la estructura interna de cualquier elemento natural, como las raíces, los virus, los nervios de las hojas, el movimiento del agua, las bacterias, las amebas y cualquier otro microorganismo existente. Define este proceso del calado del papel como el proceso que identifica a la naturaleza, lento y progresivo lleno de paciencia y en el que el también se refleja.

No se puede sino expresar total admiración por el Kiri-e japonés, una técnica que no solo tiene el objetivo de reproducir las formas de la manera más artística posible, sino de comunicarnos un mensaje de vida que nos habla de la necesidad de vivirla con reflexión, calma, con el gusto por el momento presente como cuando se recorta cada milímetro de las lineas del dibujo. No por nada, las civilizaciones milenarias han acumulado tanta sabiduría y lo más admirable es que la transmiten a través de infinidades de disciplinas artísticas que perduran en el tiempo como una escuela accesible a todos los seres humanos.

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