El hotel Presidente InterContinental Ciudad de México ha sido, desde su apertura en agosto de 1977, un referente en la escena no sólo hotelera sino también gastronómica de la Ciudad de México. Grupo Presidente, propietario de los inmuebles en que se ubican los hoteles InterContinental en México y operador de los mismos, ha hecho mucho énfasis en ofrecer a los huéspedes de sus hoteles y al público en general los mejores conceptos gastronómicos, y ha realizado cuantiosas inversiones para contar con un increíble programa de vinos que incluye la cava más grande de América Latina dentro de las instalaciones del Presidente InterContinental Ciudad de México.
La actual pandemia de coronavirus ha restringido enormemente la posibilidad de hacer viajes de negocios y de placer; por lo tanto, una de las principales víctimas de esta crisis global ha sido la industria de la hospitalidad. Sin embargo, poco a poco en todo el mundo los hoteleros han comenzado a ofrecer productos de staycation innovadores para sobrevivir en este entorno complicado.
Staycation.- Término que resulta de la conjunción de “stay” y “vacation”. Se denomina así a las vacaciones que no involucran un viaje a una localidad distinta del lugar de residencia. Puede o no involucrar el hospedaje en un hotel.
Hospedaje Gastronómico, una experiencia que te lleva al corazón del Presidente InterContinental
Con la gran ventaja de contar en el Presidente InterContinental con restaurantes de talla mundial, Grupo Presidente ha lanzado en Ciudad de México su nuevo programa “Hospedaje Gastronómico”, para ofrecer a capitalinos y visitantes por igual paquetes de dos o tres noches, que incluyen todos los alimentos, así como la oportunidad de visitar la famosa e impresionante cava. ¡Qué mejor experiencia para desconectarse unos días de la estresante rutina, y gozar de decadentes creaciones culinarias sin salir de la ciudad!
Ligia Bang, editora general de Bleu & Blanc, y yo nos encontramos quince minutos después del mediodía en el lobby del hotel para comenzar nuestro Hospedaje Gastronómico, el cual incluía la espectacular master suite Leonora Carrington. El proceso de check-in, rápido, seguro y cómodo, se llevó a cabo en el escritorio de la concierge, quien siempre sonriente nos explicó los aspectos más importantes de nuestro hospedaje. Antes de ir a nuestra suite, recibimos la atenta visita del gerente de restaurantes de marca del hotel, quien nos habló brevemente de esta genial iniciativa y nos recordó las diferentes etapas del recorrido culinario que nos esperaba en tan solo unas horas.
La suite Leonora Carrington ocupa una parte importante del piso 41 del hotel, y permite desde tres amplísimos ventanales admirar el Bosque de Chapultepec –desde el histórico Castillo de Chapultepec hasta la Torre Virreyes de impresionante arquitectura e ingeniería– así como el sur y el poniente de la Ciudad de México. Como el resto de la propiedad, la suite ha sido recientemente remodelada, y es sin duda una de las habitaciones más bellas no sólo de este hotel, sino de toda la ciudad. Imperan en su diseño interior el color blanco y acentos textiles, de madera y de cuero de tonalidades cálidas y reconfortantes, y finísimos acabados.
Al entrar, nos dan la bienvenida el baño de visitas, el minibar y un pequeño comedor con una espléndida lámpara colgante y una magnífica vista de la ciudad. Tras una elegante credenza sobre la cual reposa un hermoso cráneo huichol de color azul, encontramos una comodísima sala de estar/televisión que es el lugar perfecto para beber una copa de vino o prosecco para acompañar una interesante conversación.
En el centro de la suite, como divisor del espacio social y el espacio íntimo, se erige un elegante murete de granito negro con una chimenea y dos pantallas de televisión (una para ser vista desde la sala, y la otra para ser vista desde la cama).
Sin embargo, la mayor sorpresa la encontramos en el baño, ya que la ducha de exquisito mármol es un gran cubo de cristal sin cortinas, visible desde varios puntos de la suite. Completan el espacio el funcionalmente elegante tocador, y el increíble vestidor cuya iluminación permite que mientras elegimos nuestra ropa nos sintamos como modelos de pasarela.
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Primera etapa del recorrido gourmet
La primera cita de nuestro Hospedaje Gastronómico fue a las tres en punto en el mítico Alfredo di Roma, que presume desde hace algunos años de un nuevo y vanguardista diseño interior que combina elementos clásicos como los asientos de gabinete de cuero capitonados y las lámparas de latón estilo steakhouse, con detalles de gran elegancia como la hermosa cortina color ladrillo que resulta un gran telón de fondo para las flores que nos dan la bienvenida. Lo que más resalta, sin embargo, son el increíble pasillo-cava de cristal por el que se accede al restaurante, y el maravilloso lambrín de madera que de forma continua envuelve el techo y la pared.
El menú constó de un pequeño trozo de parmigiano reggiano y un amuse-bouche de endivia para abrir el apetito. Como primer plato disfrutamos un carpaccio de res con trufa negra, champiñón y parmigiano reggiano; enseguida llegó a la mesa un risotto al azafrán con camarones y flores de calabaza; y como plato principal una chuleta de cordero en costra de almendras con verduras.
Para acompañar nuestros alimentos, pedimos el vino de la casa, que en todo el hotel es actualmente el Château Haut Gaussens 2007, un vino de Burdeos de cuerpo medio y gran versatilidad Para finalizar, gozamos de una fresca y exquisita copa “paciugo” de sorbete, helado y frutti di bosco.
Desde luego éste no es el único menú que se ofrece para la comida en el Alfredo di Roma como parte del Hospedaje Gastronómico. El restaurante de especialidad italiana ofrece varias alternativas más, con o sin maridaje, que dejarán satisfecho hasta al gourmet más exigente.
Después de conocer la terraza del restaurante, ideal para celebrar en estas épocas pequeños eventos, fuimos a dar una caminata por Polanco para asegurar que haríamos digestión antes de la siguiente parada. Alcanzamos además a tomar un pequeño descanso y unos minutos antes de las seis de la tarde nos dirigimos al lobby para una nueva aventura.
La cava más importante de América Latina
Puntualmente a las seis de la tarde, Luis Morones, sommelier y director del programa de vinos de Grupo Presidente, nos dio de nuevo la bienvenida y nos condujo a través de las entrañas del hotel hasta llegar a la famosísima cava, la cual es reconocida como la más grande de América Latina. Se encuentra permanentemente a dieciocho grados centígrados, y es administrada a través de una aplicación basada en SAP. De la mano de una botella de Terra Madi Brut de Freixenet (México), tuvimos una increíble conversación con Luis que, además de ser sumamente informativa, sirvió para preparar nuestro paladar para el siguiente evento.
Dine around
En punto de las ocho de la noche, fuimos recibidos en Chapulín para dar inicio a la experiencia dine around, que comprende la entrada en el Chapulín, el plato fuerte en Au Pied de Cochon, y el postre en Palm, en nuestro caso con maridaje por platillo.
Chapulín es uno de los restaurantes más emocionantes de la Ciudad de México. La cocina, liderada por la chef Josefina López Méndez, es de un nivel altísimo, y el lugar es sumamente agradable, con la madera y el cristal como protagonistas de un lenguaje de diseño vanguardista. Visitar este templo de la comida oaxaqueña es una experiencia multisensorial.
La entrada fue todo un éxito. Después de comer algunos totopos con guacamole hecho al lado de nuestra mesa para abrir el apetito, llegó la trilogía de tacos: gobernador, de pato laqueado con mole negro, y de chapulines fritos. En cualquier otra circunstancia eso hubiera bastado para cenar, pero en esta ocasión era tan sólo el preámbulo de una noche decadente.
Para acompañar nuestros tacos, el sommelier del restaurante nos propuso Natal 2017, de Quinta Monasterio, un interesantísimo Chardonnay de Baja California con cuatro meses de barrica, de donde obtiene su hermosa tonalidad dorada, y una gran complejidad en nariz y boca. Sobra decir que el vino funcionó a la perfección con la trilogía de tacos.
Tras recorrer todos los recovecos del Chapulín, incluyendo la mesa del chef, en un pequeño privado adyacente a la cocina, fuimos conducidos a Au Pied de Cochon, donde nos esperaban unas copas de Domaine de Cibadiès 2015, un delicioso Pinot Noir de Languedoc, y el plato estrella de la experiencia: lechón confitado servido sobre lentejas con tocino, y cromesquis (pequeñas croquetas de origen polaco) de foie gras… ¡canibalismo puro y sin remordimientos!
Tristemente las acciones más recientes para evitar la propagación del coronavirus implican que todos los restaurantes de la ciudad deben despedir a sus últimos comensales a las diez de la noche, por lo que no quedó mucho tiempo para conversar con el personal sobre el Au Pied de Cochon, lugar que por sus horarios 24/7 y la perfección de su cocina, es uno de los lugares consentidos de los habitantes la Ciudad de México.
Así fue como nos dirigimos a la última escala de esta noche: el también adorado Palm, en cuyas paredes han quedado inmortalizadas en caricaturas tanto celebridades que se han dado cita en este gran steakhouse, como asiduos visitantes del lugar. El clímax de la noche fue un ochenterísimo y sofisticado Baked Alaska, flameado con whisky, y servido con frutos rojos. Para acompañar esta delicia, bebimos una copa de Château de Rolland 2013, delicioso Sauternes ideal para acompañar el postre.
De nuevo, recordamos al lector que el Presidente InterContinental Ciudad de México ofrece varias combinaciones de menú posibles.
Delicias de la cocina mexicana y francesa al despertar
Muy inteligentemente, Ligia solicitó que el desayuno nos fuera servido en la suite. De esta forma pudimos dormir más y aprovechar mejor la fantástica habitación que nos recibió durante nuestro Hospedaje Gastronómico.
Unos minutos después de las diez de la mañana, llegó un festín sobre ruedas que el hotel atinadamente ha denominado “Desayuno México-Francia”. Para garantizar que durante el trayecto a las habitaciones los platillos de room service no se enfríen, el hotel ha adquirido unas increíbles mesas de servicio rodantes con un compartimento especial para trasladar platillos calientes.
En tan sólo unos segundos, el asociado encargado de llevarnos el desayuno puso la mesa y nos sirvió un refrescante y vigorizante jugo recién hecho de papaya, fresa y naranja; pancakes al estilo Chapulín, hechos con avena y trocitos de chocolate negro de Oaxaca, presentados con una amplísima variedad de acompañamientos.
Y el que ahora es probablemente mi desayuno favorito: dos enormes ficelles picards gratinados con jamón y champiñones elaborados en Au Pied de Cochon. Como si esto no fuera suficiente, llegaron además varios croissants recién hechos, pequeñas baguettes y una gran selección de mermeladas y jaleas. Y por supuesto, una jarra de delicioso café negro. Si un menú así es de por sí digno de reyes, la sensación de probar y disfrutar estos platillos desde el piso 41 con vista al Bosque de Chapultepec hicieron de nuestro Desayuno México-Francia un festín inigualable.
Queridos lectores, en esta época de fin de año, un Hospedaje Gastronómico en el Presidente InterContinental Ciudad de México puede resultar la escapada perfecta del ajetreo y la rutina, así como un regalo maravilloso e inigualable para nuestros seres más queridos. En verdad no hay pretexto alguno que valga para no gozar durante un fin de semana de los altísimos estándares de hospitalidad de nuestros amigos de Grupo Presidente. Esta experiencia no sólo está diseñada para consentir el paladares, sino para consentir el alma.
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