Atrévete a acompañar tus chilaquiles o pancakes con una copa de vino; te decimos cómo hacerlo para que resulte de la mejor manera.
Los países europeos, que tradicionalmente han integrado al vino como parte de su dieta cotidiana, lo consideran un alimento con nutrientes que contribuyen a nuestras necesidades físicas, psicológicas y sociales.
Por: Ava García Leeh
En ese sentido, el vino no solo es un alimento sino que es uno súper nutritivo: tiene antioxidantes, propiedades digestivas y puede ser beneficioso para quienes tienen padecimientos cardiovasculares, entre algunas otras propiedades. Además, el fermentado también ofrece otros beneficios, no menos valiosos: nos ayuda a socializar, a disfrutar de la sobremesa y sirve de pretexto para compartir con nuestros seres queridos.
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Es válido resignificar esta bebida y sus momentos de consumo: estamos hablando del fermentado de moderación por excelencia, por su bajo volumen de alcohol. Entonces, ¿por qué no lo invitamos a nuestra mesa en el desayuno? Acá van algunas opciones:
Toast de aguacate y huevo pochado con Viña Kristel, un Sauvignon Blanc de Monte Xanic. Este es un vino súper refrescante con aromas bien presentes a frutos tropicales y cítricos. Además se alcanzan a percibir en nariz unas notas herbales muy agradables que le dan complejidad al fermentado. Irá de maravilla con el toast de aguacate: el vino ayudará a limpiar paladar y refrescarnos mientras que nos hace más ligera la textura untuosa del aguacate. Si quieres empezar tu desayuno con un plato de futas tropicales con un poco de yogurt o queso cottage, este vino también estará a la altura de las expectativas.
Hot cakes con tocino y un Riesling de Vinaltura. Este Riesling queretano acompañará de maravilla a la potencia y la grasa del tocino y el sabor dulce de los hot cakes. El vino aguantará perfectamente el acompañamiento que se te antoje con tu desayuno: miel de abeja o de maple, mermelada de naranja, queso o crema batida. Como este vino es, también, muy refrescante, te ayudará a preparar el paladar para el siguiente bocado.
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Huevos benedictinos con un San Juanito Malbec rosado. Este vino queretano, súper aromático y lleno de aromas a fresas, cerezas, arándanos, frambuesas y zarzamoras, es la manera más feliz para empezar el día. Irá de maravilla con unos huevos benedictinos, un platillo que, por su contenido graso y su complejidad de sabores, necesita un vino con la potencia suficiente para soportarlo y acompañarlo.
Chilaquiles verdes con Espuma de Piedra Blanc de Blancs. Este espumoso de la vinícola Casa de Piedra, hecho con el método tradicional, reposó 24 meses sobre lías. Tiene aromas a cítricos, manzana verde y frutas tropicales. Se antoja con unos chilaquiles verdes porque la burbuja ayudará a que la grasa del platillo se sienta más untuosa y elegante y servirá, también, para limpiar paladar por si la salsa es un poco picosa. Es importante considerar que, cuando se busca un maridaje, hay que asegurarse de que el picante sea siempre moderado.
Machaca con huevo con Casa Madero Malbec. Uno de los tipos de maridaje más naturales es el que los expertos llaman “maridaje por proximidad”. La regla es fácil: si crecen juntos, van juntos. En ese sentido, una machaca de Coahuila con un Malbec de Casa Madero, vinícola de Parras, será un éxito seguro. Y todavía mejor si acompañas tu desayuno con unas tortillas de harina bien
hechas y una salsa molcajeteada.