Cada lugar tiene un platillo tradicional que se mantiene ante el paso del tiempo y que se convierte en insignia de la cultura de cada […]
Cada lugar tiene un platillo tradicional que se mantiene ante el paso del tiempo y que se convierte en insignia de la cultura de cada región. En el caso de las Filipinas, ese platillo representativo es el pollo en adobo.
Esta combinación de carne de pollo marinada en vinagre, aceite, ajo y salsa de soya suele acompañarse de arroz al vapor mientras esparce su aroma a hoja de laurel y deja un sutil sabor a pimienta en cada bocado.
Como suele suceder con los platillos icónicos de cada país, existen distintas recetas que le agregan o restan ingredientes. Pero el secreto para preparar un suculento “Adobong Manok” está en la salsa.
La mezcla entre el agua, vinagre y salsa de soya debe reunir la misma cantidad de cada uno de los ingredientes. Las hojas de laurel se agregan una vez que esté hirviendo y por último se agrega sal y pimienta al gusto, de forma que todos los aromas puedan percibirse, para equilibrar el protagonismo del platillo y llenar de sabor a la carne de pollo.
Es importante que el pollo esté lo suficientemente cubierto de salsa para que al ponerlo a freír, no se reseque y nos dé un dorado crujiente. A su vez, la salsa se cuela para retirar las hojas de laurel y el exceso de pimienta que pudiera haber quedado y se procede a bañar al pollo frito colocado sobre una cama de arroz hervido que se verá condimentado por la salsa.
Si la salsa quedó espesa o salada, se agrega agregando agua. Si por el contrario se desea que se encuentre más espesa, hay que ponerla a calentar a fuego medio hasta que adquiera la consistencia que deseamos, poniendo especial atención en que no se queme o pegue a la cazuela.
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