Desde su llegada a territorio americano a finales del siglo XV, los europeos comercializaron el cacao autóctono mexicano en los principales mercados del viejo continente, […]
Desde su llegada a territorio americano a finales del siglo XV, los europeos comercializaron el cacao autóctono mexicano en los principales mercados del viejo continente, al igual que muchos otros productos.
La sorpresa que se llevaron los conquistadores españoles cuando mezclaron este cacao con leche y azúcar de caña fue sumamente grata. Es por ello que no pasó mucho tiempo para que esta bebida estuviese presente en los grandes salones de las ciudades europeas más importantes.
Sin embargo, ¿cuál era el valor y uso que los aztecas y mayas le daban al cacao? Es claro que para los europeos este era uno de los productos más atractivos que las Indias Occidentales podían ofrecer. Pero, ¿qué significado tuvo para los pobladores locales esta fruta?
Pues bien, tal como en la actualidad apreciamos una buena bebida achocolatada, de esas que nos relajan y acompañan cuando conversamos con algún amigo, mientras leemos un buen libro o simplemente mientras disfrutamos de algún casino online, los antiguos indígenas también disfrutaban de esta bebida como un método para relajarse y deleitarse con su sabor tan particular.
Por otra parte, distintas fuentes afirman que dicha bebida era utilizada con fines ceremoniales. Es decir, tenía un significado religioso sumamente importante. De hecho, tanto mayas como aztecas atribuyeron el origen del árbol cacaotero al dios Quetzalcoatl, así que resulta entendible el uso del chocolate en estas ceremonias religiosas.
Por último, el cacao llegó a tener incluso uso comercial. Sus semillas fueron utilizadas como monedas; en pocas palabras, era una forma de intercambiar bienes y productos menores entre una parte de la población.
Existen afirmaciones de que el propio conquistador Hernán Cortés llegó a pagarles a sus hombres con estas semillas, ya que era una manera práctica de participar en las actividades económicas de la región, actividades que años después inevitablemente cambiarían con el proceso de colonización español.
A pesar de que los europeos cambiaron la fórmula para elaborar bebida achocolatada y que a través de los años se industrializó la preparación del chocolate en sus distintas variantes, los antiguos indígenas mexicanos ya contaban con su propia receta. Básicamente, esta fórmula consistía en aplicar calor a la pasta que se extraía del cacao hasta lograr una consistencia líquida y homogénea. Se endulzaba con un poco de miel y se utilizaba vainilla para aromatizar. Simple y efectivo.
Al final, la elaboración europea con leche y azúcar fue la que terminó imponiéndose con el pasar del tiempo. Por este motivo, la Corona Española tuvo frente a ella un nuevo mercado que en un principio solo se orientó a las familias más adineradas y a la nobleza, pero que con los años se masificó al grueso de la población.
De esta manera, la fruta que fue básica y fundamental para la cotidianidad de numerosos indígenas mexicanos, se transformó en la bebida favorita de millones de personas alrededor del mundo.