<<¿Puede venir César a comer a la casa?>> Carta editorial de nuestra editora Inés M. Saavedra… Siempre que se busca un sabor entrañable, es preciso […]
Siempre que se busca un sabor entrañable, es preciso recurrir al acervo de la infancia. Es ahí en donde se alojan los sabores más amados. Recuerdo las comidas en casas de amigos como un encuentro emocionante y divertido. ¿Puede venir Luis a comer a la casa? ¿Puedo ir a casa de Sofía a comer?
Esa era la primera experiencia gastronómica fuera de la observación familiar. El primer viaje culinario de la historia individual. Llegar a casa de alguien, concentrarse al máximo en ser un buen visitante: no poner los codos en la mesa, masticar con la boca cerrada, acabarse la comida, dar las gracias… la lista sigue, pero lo más importante: estar receptivo a nuevas posibilidades gastronómicas. Y es que la experiencia en la mesa, en una casa desconocida, cuando eres niño es, sin duda, un vistazo a otro universo: un orden del menú diferente, platillos ajenos y rituales distintos.
Así, pensando en la infancia, en los sabores amables y divertidos, arrancamos abril con nuestro especial de postres (mi favorito). No sólo le pusimos color a las páginas de la revista elgourmet.com, también le añadimos cuentos de hadas y toda clase de golosinas. Entre galletas, sorbetes y tartas, integramos una guía de neverías y un recorrido por las calles de Coyoacán y de Viena, porque en todas partes se comen postres. Fuimos a la orilla del río en Tlacotalpan y a Chiapas en busca del perfume de la vainilla.
Era divertido recibir amigos a comer en casa. Hoy los viajes culinarios han cambiado, somos adultos y la visita a casa de un compañero de clases se traduce en la visita a un país extranjero, pero el viaje es el mismo, es una travesía a sabores nuevos.