Chablé Resort tiene todo lo que un viajero sibarita desea: arquitectura espectacular y gastronomía excelsa. ¡Conoce más sobre este gran hotel!
La mañana comienza con el aroma a café recién hecho en la suave brisa que hace danzar las ramas de los árboles que forman parte de la estructura de mi ‘casita’. Me relajo en mi hamaca con los pies en las aguas cristalinas de mi alberca privada y me dejo llevar por la magia del momento. Reconocido como el mejor hotel del mundo, con el restaurante más bello y el diseño arquitectónico más impactante, esta joya sobrepasa toda expectativa – un mundo de relajación, lujo, belleza natural, encanto histórico y un sabor único, Chablé Resort me sumerge en lo más fascinante de Yucatán.
Texto por: Melanie Béard.
Tomo una bicicleta y me aventuro por los arbolados caminos de la hacienda entre la exuberante vegetación maya. Así llego al galardonado Spa de Chablé, donde me espera un mundo de fantasía maya. Jugando con la naturaleza y volviéndose parte de el, el Spa es un espacio donde el misticismo antiguo que se combina con toques modernos para crear un sentimiento infinito de bienestar.
En su corazón nos encontramos con un cenote natural – el punto focal del viaje de curación, proporcionando los cimientos curativos y el entorno tranquilo para el desarrollo de sus singulares experiencias de spa, como rituales y tratamientos mayas.
Al caer la noche, después de dejarme llevar y apapachar por momentos de lujo y detalles exquisitos – como la hora del té en la casa principal de la hacienda – me dirijo hacia el fascinantemente bello restaurante Ixi’im.
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Ixi’im, que se traduce como “maíz” en lengua maya, se encuentra en un entorno refinado dentro de la exuberante jungla de los extensos terrenos de Chablé. El sofisticado menú creado por Jorge Vallejo muestra una mezcla innovadora de influencias mexicanas y locales, integrando hierbas frescas, frutas y verduras cosechadas y recolectadas del tradicional Jardín Maya del complejo – el resultado es un inolvidable viaje a través de los sentidos.
Comenzó la experiencia del menú de degustación con un Codzito de jurel con espuma de coco, puré de aguacate y vinagreta de recado negro – un portal a los ingredientes y sabores locales. Continuamos con una exquisita tostada de tinga de camarón con emulsión de chile meco, una sabrosa salsa compleja y repleta de aromas. Seguimos con unas finas láminas de venado con vinagreta de recado rojo, naranja agria, chile habanero y sikil pak – esta exquisita salsa típica de Yucatán está elaborada a base de pepitas de calabaza y jitomate.
La experiencia culinaria nos llevó a degustar una original y autentica sopa de queso asadero con castacán y ceniza de maíz, y una deliciosa coliflor rostizada con reducción de lima dulce con chile de Simojovel. La estrella de la cena y mi platillo favorito fue el pulpo maya baby con tocsel de lenteja criolla, papas y longaniza de Temozón – todos ingredientes locales y representativos de la zona que juntos crean una explosión de sabores única. Terminamos con broche de oro: helado de miel quemada con raspado de lima.
Todo esto en un setting inolvidable; en las largas y antiguas ramas de majestosos árboles colgaban pequeñas lámparas, sus luces mezclándose con el espontáneo resplandecer de cientos de luciérnagas y el brillo de las estrella en el despajado cielo, creando un juego óptico que me sumergió en un mundo de fantasía.
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