Seguramente has escuchado hablar mucho de este hotel boutique en San Miguel de Allende; probablemente ya lo conoces. Como sea, éstas son cinco poderosas razones para hospedarte en Dos Casas.
Tras una pintoresca fachada amarilla se esconde uno de los hoteles más estéticos, acogedores y propositivos de San Miguel de Allende. Dos Casas resulta una propuesta de alojamiento sumamente interesante, que funde un diseño exquisito con lo mejor de la hospitalidad. El hotel boutique abrió sus puertas en 2004, en dos casas coloniales adyacentes del siglo XVIII, fundando así el primer hotel de diseño en la preciosa ciudad.
Fue remodelado en 2014 por Alberto Laposse -propietario del inmueble- y el interiorista mexicano Germán Velasco. El resultado nos acoge con la elegancia y atención al detalle de una decoración ecléctica, que combina mobiliario de los años 40s y 50s con lo último en diseño. Dos Casas forma parte del portafolio de Levain & Co, que también está conformado por el hotel boutique Casa de los Olivos, la emblemática panadería Panio y el concepto culinario Cumpanio.
Tuve la oportunidad de hospedarme en Dos Casas, y puedo decir que experimenté una estadía perfecta y memorable. Te comparto cinco buenas razones para que tú también elijas esta propiedad como tu base en San Miguel de Allende. Descubrirás, como yo, que es la opción ideal.
Cada detalle, cada rincón, cada objeto son dignos de admirarse. En conjunto, la construcción atrapa y cautiva. Escaleras y pasadizos conducen a habitaciones y pequeños lounges que invitan a relajarse y dejar volar la imaginación. Cada uno de los 11 cuartos de la casa principal así como la townhouse está decorado y amueblado de forma distinta, con toques únicos que hacen de cada estadía una nueva aventura. Sin perder su estilo, la función de los muebles y la disposición de ellos en el espacio me parecieron muy acertadas y cómodas. Cada espacio de la habitación está diseñada parta vivirse y utilizarse, haciendo sentir al huésped como si estuviera en casa.
La calidez, las texturas, el color y la luz se manifiestan a través de materiales naturales como piedra, mármol, madera, piel, acero y latón. Los elementos de diseño moderno complementados con objetos de inspiración artesanal mexicana, terminan por brindar una experiencia acogedora de excelso gusto.
Uno de los lugares que más me gustan de una habitación de hotel es el baño. El que pude disfrutar en Dos Casas, me enamoró por ser muy amplio, estar repleto de un precioso mármol vetado gris claro y por sus focos enormes en el marco del espejo que me dieron la sensación de estar en un camerino. Hay algunas opciones con tina; sin embargo no la eché en falta para nada, porque el mío tenía una regadera doble con un área bastante grande para poner las cosas de tocador e, incluso sentarse. Se me hizo súper romántico: dos regaderas de lluvia, un espacio para sentarse…
Además, las amenidades estaban muy completas: pantuflas, mullidas batas, objetos de tocador y productos de baño de The Aromatherapy -me encanta esa marca-.
Pasando a la cama, simplemente puedo decir que dormí delicioso. Las almohadas tienen la altura perfecta, y la ropa de cama te envuelve en un sueño profundo del que no quieres despertar. Además, el cuarto es muy oscuro, así que realmente no sabes qué hora es, a menos que veas el reloj.
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En cuanto llegué a mi habitación, noté la hospitalidad característica de Dos Casas en forma de tres golosos panecillos con una tarjetita que indicaba el clima para el día siguiente, depositados coquetamente en el buró. Con el sello de Panio, estaban deliciosos.
En el minibar encontré bebidas y botanas de gran calidad; y no podía faltar el tequila de Casa Dragones a disposición de quien desee probarlo. Una máquina de café y otras amenidades complementaron la experiencia. Eso sí, todo con costo, salvo las aguas de cortesía que siempre se agradecen.
El hotel también cuenta con un spa muy reconocido, que como un santuario privado ofrece un recorrido de inesperados elementos artísticos y sonidos etéreos. Al reservar en Spa IRIS, puedes elegir entre tratamientos personalizados y terapias exclusivas, como el Tratamiento Holístico IRIS, el Dos Casas Spa de Deux -en pareja- y el Facial Clásico Dos Casas. Cualquiera es sencillamente deleitante.
Áperi, el restaurante del hotel a cargo del chef Olivier Deboise, ofrece comida para los cinco sentidos, preparada con los más frescos ingredientes de la región. Texturas, sabores, olores, formas y colores se funden en recetas vistosas que destacan el producto, con un toque de autor que seduce a los comensales desde el desayuno hasta la cena. Puedes ordenar a la carta o probar alguno de los menús degustación. La mesa del chef es una de las más reconocidas de San Miguel de Allende, y resulta perfecta para celebrar una ocasión especial entre amigos.
Por su parte, la barra del bar promete deleitar los paladares sibaritas con cocteles creativos, originales y muy ricos. Sin duda, es el spot perfecto para degustar un trago antes de salir a cenar.
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Alberto Laposse es amante y coleccionista de arte de toda la vida. Esta pasión se refleja en cada rincón del hotel pero, sobre todo, en El Garaje. Un espacio contiguo a las casas, inspirado en un taller de manufactura y destinado a eventos como cenas y exposiciones de arte presentadas por y para los huéspedes. Ahí se han realizado numerosas exhibiciones y eventos especiales, entre ellas las Fuck Up Nights, como una probadita que nos muestra la comunidad artística que convive día a día en San Miguel de Allende. Sin duda, una propuesta única y apasionada que termina por enamorar a quien conoce Dos Casas.
Te invito a que conozcas Dos Casas, para que encuentres tus propias razones para amar este hotel boutique con encanto, historia y hospitalidad de primer nivel.
Dónde: Dos Casas Quebrada 101, Centro, San Miguel de Allende, Guanajuato, México. (415) 154-4073.
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