Montreal es única entre las ciudades de América del Norte, comparable quizás a la profundidad de Nueva Orleans en su omnipresencia de historia europea. Los visitantes pueden disfrutar de una ciudad moderna con todas sus comodidades, excelentes tiendas, hoteles y restaurantes, pero también probar disfrutar del rico pasado de Canadá y su herencia francesa.
Texto por Deby Beard.
Montreal se encuentra en una isla en el río San Lorenzo de Canadá y lleva el nombre del bello Monte Real a cuyos pies se alza esta ciudad. Sus barrios, muchos de los cuales alguna vez fueron ciudades independientes, incluyen vecindarios que van desde el antiguo adoquín colonial francés Vieux-Montréal, con la Basílica de Notre-Dame de estilo gótico en el centro de la ciudad, hasta una meseta bohemia y un abanico de estilos arquitectónicos, exquisitos restaurantes y lujosos hoteles.
Cuando se inauguró en 1912, The Ritz-Carlton, Montreal estableció el estándar de lujo en Canadá. Este espectacular hotel ofrece una sorprendente combinación de toques modernos con elementos históricos.
Con más de 100 años de historia, la conocida ‘Grande Dame de Sherbrooke Street’ no ha perdido nada del estilo que la convirtió en la guarida favorita de grandes personajes como Winston Churchill, Richard Nixon y los Rolling Stones. Un mundo de placer y un portal a las maravillas de Montreal, Ritz-Carlton siempre ha sido y siempre será un ícono de la alta hotelería en este fascinante destino y en todo el mundo.
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El primer hotel en América del Norte en llevar el nombre Ritz-Carlton, este sofisticado santuario de lujo en una de las direcciones más codiciadas de Montreal tiene un sabor único, mágico, que va más allá de su majestuosa fachada y decoración clásica de grandes chimeneas de mármol, techos abovedados y candelabros del Viejo Mundo – cada instante aquí es una experiencia sensorial.
Los constructores originales se llamaron a sí mismos Carlton Hotel Company de Montreal, con el concepto de nombrarlo después del famoso Carlton Hotel de Londres. Sin embargo, uno de los inversores, Charles Hosmer, era amigo personal de César Ritz y persuadió a sus colegas para que incorporaran el nombre de Ritz, debido al éxito del Hôtel Ritz París que se inauguró en 1898.
Por una tarifa de $25,000, César Ritz acordó prestar su nombre pero estipuló que de acuerdo con los “estándares de Ritz”, cada habitación debía tener su propio baño; debía haber una cocina en cada piso para poder servir las comidas del servicio de habitación por supuesto; y un servicio de valet y conserjería las 24 horas se pondría a disposición de los invitados para, entre otras tareas, rastrear el equipaje perdido o pedir entradas para el teatro… Finalmente, el vestíbulo debía ser pequeño e íntimo, pero con una gran escalera curva para que las damas mostraran sus vestidos de baile en su descenso.
Simultáneamente apapachándonos con lo más exquisito de las comodidades del presente, tecnología de punta y servicios modernos, pero a la vez sumergiéndonos en un charm histórico y clásico que proviene del ilustra pasado de la propiedad, Ritz-Carlton Montreal es el mágico resultado de la combinación del pasado y el presente, de la historia y los altos estándares de la hotelería de lujo de hoy en día.
Las hojas de los árboles se tornaron diferentes tonos de rojo, naranja y amarillo durante mi estancia en Montreal, enmarcando los históricos edificios, los rascacielos y las imponentes avenidas de esta fascinante ciudad. Idílica en el otoño, Montreal es una de las joyas de Canadá; una ciudad alegre, llena de vida y donde podemos vivir momentos de placer y lujo absoluto.
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