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Edimburgo, estilo retro y sibarita

Por: Bleu&Blanc 09 Ago 2018
Edimburgo, estilo retro y sibarita
Conoce que hacer en Edimburgo, un lugar enigmático de Escocia que no dejará de asombrarte por su riqueza histórica y cultural.

Uno de los factores que hacen que me desplace por el  mundo, después de la música, es la comida y la literatura. Con todo y ser fanático del escritor Irvine Welsh y su obra Trainspotting, nunca pensé que tendría un pretexto para conocer Escocia, hasta que comencé a tener afición por el whisky, además de que hace un par de años leí a Ramble Round the Globe, una especie de diario de viaje escrito en 1894 por Robert “Tommy” Dewar, un gran viajero, heredero e hijo de John Dewars, el creador de la marca de whisky escocés más consumida en los Estados Unidos.
Pero como dice una gran amiga: “las consecuencias del aprendizaje nunca llegan solas”, tan pronto como terminé de leer el libro busqué cualquier pretexto para conocer Escocia. Así llegué a Edimburgo, la segunda ciudad más visitada del Reino Unido —después de Londres— con aproximadamente 13 millones de turistas al año. Sin embargo, las cosas no son lo que parecen en la ciudad del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, famosa por la quema de brujas, saqueo de sepulcros, robo de cadáveres y misteriosos asesinatos.
Pocas metrópolis europeas seducen de forma tan arrolladora como Edimburgo. Vestigios del pasado todavía están presentes en la ciudad que ha servido como capital política y cultural de Escocia por casi mil años. Contraste de colinas y empedradas calles de la ciudad vieja medieval, con modernas tiendas, arquitectura georgiana y agradables plazas que demuestran que la ciudad mantiene la personalidad de antaño.
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Desde el aeropuerto, a bordo del taxi, descubro de un solo vistazo el conjunto del casco antiguo donde comenzó la historia de la capital escocesa. A mi paso, mientras avanzo, le pregunto al taxista si tiene algún whisky favorito, a lo que contesta que prefiere beber cerveza añejada, como la hace Innis & Gunn, marca escocesa que se ofrece en los cientos de restaurantes y pubs de la ciudad, que hoy elabora un estilo malt whisky trail, cerveza añejada en barricas de whisky.
Edimburgo, al estar rodeada por regiones productoras de whisky, vive en comunión con la parafernalia del destilado y las pipe band´s, que tienen como instrumento estelar a la gaita. Incrédulo y vacunado contra el shopping turístico, bajo del taxi para internarme al Royal Mile Hotel, complejo en el que me hospedaré y que hoy muestra una parte de la cirugía plástica que ha tenido que hacer la ciudad para modernizarse. El hotel se encuentra en un edificio nuevo, con detalles de diseño contemporáneo y con personal masculino ataviado con el kilt —faldas al estilo escocés— pero que se adapta al espíritu turístico.
Allí me espera Andy Gemmell, el reconocido especialista en whisky y director de The Drink Cabinet, empresa especializada en posicionar marcas de esta bebida, entusiasta de las maltas, para llevarme por diversos spots turísticos antes de conocer a fondo el proceso de las bebidas.
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Andy me condujo por laberínticas calles medievales, comprobando por qué esta ciudad es considerada la Atenas del norte, un apodo de Edimburgo del siglo XVIII ganado a pulso por los grandes pensadores de la ilustración escocesa, es una ciudad de alta cultura e ideales, de arte y literatura, de filosofía y ciencia. También es de las más longevas. Por ello, sus distritos The Old Town y The New Town fueron designados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, gracias a su historia y belleza arquitectónica, además de que mantiene una red urbana tan ordenada que es disfrutable por todos sus visitantes.
Antes de continuar con el tour, Gemmel me lleva a The Scotch Whisky Experience, un lugar que exhibe toda la cultura que envuelve a esta bebida. Hay clases de apreciación, catas dirigidas, maridajes, una vasta colección de etiquetas escocesas que exhiben botellas de colección en vitrinas, tours a destilerías y una tienda para regresar a casa con todo lo necesario para degustar el whisky como un profesional, pero olvido comprar las copas Glencairn, que en México son difíciles de conseguir.
Andy se ve entusiasmado de compartir todo lo que ha aprendido a lo largo de los años. Anteriormente, fue el embajador de las marcas de whisky Macallan y Dewars, por lo que ha recorrido el mundo para contagiar a los consumidores del whisky alrededor del planeta. Y así lo demuestra cuando me lleva a The Devil’s Advocate, el bar en donde su amigo, Jason Lock, un mixólogo, prueba que hay una nueva ola en bartenders. Sin preguntarme, Jason me sirve un coctel preparado con zumo de limón, naranja y jengibre para celebrar mi primera noche en Escocia.
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Caminata sin fin

Entre el jet lag y los tragos de la noche, la mañana siguiente pesa más de lo normal. Pero sin dudarlo, trazo un tour para conocer la columna vertebral de la Ciudad Antigua. Se trata de Royal Mile, arteria de kilómetro y medio de extensión que une al Castillo con el Palacio Real desde mediados del siglo XII. Aunque durante más de 500 años estuvo dividida en cuatro entidades independientes: el Castillo, la ciudad de Edimburgo, el núcleo de Canongate creado por la Iglesia, y los terrenos de la abadía de Holyrood.
Es imposible no detenerse en cada esquina para tomar fotografías. Los monumentales edificios representan las instituciones y los valores del país. Incluso en la misma Castlehill, un grandilocuente caserón, se esconde la iglesia de St. John, que alberga The Hub, el cuartel general del Just Festival at St John, el evento de artes más grande del mundo que cada año rompe los registros de taquillas. Se trata de una de las celebraciones culturales más antiguas de Europa, caracterizada por contar con una impresionante agenda de actividades, desde dramáticas actuaciones teatrales y dancísticas, hasta exhibiciones de artes plásticas.
Visitar Edimburgo es como un viaje al pasado. La mayoría de edificios de esta parte de la ciudad datan de los siglos XVI y XVII y evidencian la clase social de sus ocupantes, como la casa Gladstone’s Land, propiedad de un rico comerciante de aquella época. Los callejones laterales conducen a plazas interiores donde se erigen pequeños edificios de seis y siete pisos, una solución al accidentado relieve de la ciudad. Estas inusitadas arterias urbanas siempre ofrecen alguna sorpresa, ya sea una vista a Princes Street y la New Town con el mar del Norte como telón de fondo; o en forma de museos, como los dedicados a los escritores locales Robert Burns, Walter Scott y Robert Louis Stevenson. A éste último se le recuerda en el histórico pub Deacon Brodie’s Tavern, lugar que le inspiró a trabajar en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde (1886).
A partir de aquí empiezan a encontrarse los edificios más monumentales de la Royal Mile. Desde el antiguo Parlamento, activo hasta la unión entre Inglaterra y Escocia en 1707, a la Catedral de St. Giles, rematada con una corona de piedra. Siguen apareciendo misteriosos callejones como Mary King’s Close, que se mantiene intacto desde el siglo XVII, cuando las autoridades decidieron sepultarlo para evitar la propagación de la peste.
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Región de castillos encantados y ánimas adúlteras

Pero pasemos del turismo de ocio a las maldiciones escocesas. Escocia es tierra de gnomos y fantasmas que habitan castillos medievales y Edimburgo, precisamente, es la ciudad más “embrujada” de Europa, según dicen los muy entendidos guías de turistas especializados en espeluznantes recorridos nocturnos. Ha sido testigo de sangrientos sucesos, asesinatos y quema de brujas. Los ecos de estas historias han sobrevivido a través del tiempo y han quedado impregnados en los callejones y cementerios que hoy son una atracción turística al caer la noche.
Los guías de estos recorridos, cual zombies, esperan impacientemente a las hordas de turistas que desean develar los secretos más oscuros. Ataviados como personajes de la época georgiana, los actores-guías aguardan afuera de la Catedral de Edimburgo para llevar a los turistas a los sitios más lúgubres mediante un tour de dos horas, conociendo los spots en donde se han llevado a cabo asesinatos, genocidios y en donde se han creado diversas leyendas acerca de los misterios de la ciudad. Un tour para creer o no creer, pero imprescindible conocer.
Junto a un grupo de viajeros, nos alejamos de los lugares más turísticos. La emoción de viajar a una época en la que la vida estaba prohibida más allá de las murallas nos hace reír de nervios. En cada escala, nuestro guía enriquece la experiencia mediante historias y proyecciones audiovisuales que nos hizo sentir la ciudad tal y como la concebían sus antiguos habitantes. La historia, algunas veces, supera a la ficción.
Así lo corroboré cuando conocí lo sitios en donde se llevaron a cabo los asesinatos cometidos por Burke y Hare (también conocidos como los asesinatos de West Port), una serie de crímenes cometidos en Edimburgo desde noviembre de 1827 al 31 de octubre de 1828. Éstos fueron atribuidos a los inmigrantes irlandeses William Burke (1792-1829) y William Hare (1792 o 1804), quienes vendieron los cadáveres de sus 16 víctimas como material de disección al doctor Robert Knox.
Pero el momento cúspide puede ser cuando se visita el Castillo de Edimburgo, sitio que según los creyentes está lleno de fantasmas que deambulan por sus múltiples sótanos, túneles y por sus 120 habitaciones, en donde el guía dice: “Si en el paseo se encuentran a un niño descabezado que toca el tambor o a las almas de los soldados franceses que pelearon en la Guerra de los Seis Años, no griten… El espíritu de Lady Janet Douglas se los agradecerá porque aquí descansan sus restos que fueron quemados cuando se le acusó de bruja”.
Al concluir el tour, decido regresar al pub Deacon Brodie’s Tavern y brindar por este gran viaje con un whisky single malt 12 años. Aquí el servicio es increíble, además de que en una mesa ubicada en el rincón se lleva a cabo un pequeño recital ejecutado por los mismos clientes, todos ellos rescatando la música popular que se tocaba al final de la Edad Media, la hermosa “Pleugh Song”, la única canción con melodía que ha sobrevivido de ese periodo y que funcionó como mi soundtrack de viaje para despedirme de esta ciudad antes de viajar al noreste de Escocia, a las Highlands, el territorio en donde se encuentran la mayoría de las destiladoras del oro líquido escocés, el whisky.
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Highlands y el agua de vida

Nuevamente estoy con Andy Gemmell. A bordo de su auto nos dirigimos al sitio de bucólicos paisajes del Valle de Spey, a poco más de una hora de camino desde Edimburgo. Una región de bosques y llanos donde se levantan desafiantes castillos medievales. Allí, entre el sonido de las gaitas, la principal atracción turística son las destilerías de whisky de malta o uisgebeatha, que en gaélico significa “agua de vida”.
Las Highlands de Escocia son una de las últimas grandes tierras solitarias de Europa. Avanzamos por tramos sin fin de parajes vírgenes en donde se levantan montañas, lagos, valles angostos y profundos que se extienden hasta el mar.
Visitar este destino de esplendor implicó descubrir fortificaciones, castillos medievales y agradables posadas que brindan hospedaje en casas tradicionales y lujosos hoteles boutique. De entre tantos atractivos destacan, sin lugar a dudas, las ricas tierras de cultivo de Laigh of Moray, una región donde producen una gran variedad de whiskies, la legendaria bebida que ha sido considerada el espíritu de Escocia. Uno de los mejores pretextos para emprender este viaje a Speyside, donde existen más de cien destilerías que producen sus propias y distintivas maltas.
La ruta del whisky abarca más de 100 kilómetros y en ella también es posible conocer leyendas, centros religiosos y antiguas fortalezas en los poblados que componen esta región, en cuyas destilerías se aprenden los secretos de la confección del “agua de vida”.
Entre las destilerías más importantes destacan: Tamdhu, Glenfiddich, Glenfarclas, Strathisla y Glenlivet. Ésta última fue la que logré visitar a través de un animado tour que tuvo una hora de duración, tiempo suficiente para conocer el proceso de producción y degustar distintos tipos de whiskies mediante una cata que fue acompañada con un asado y deliciosos productos del mar.
Con la mirada hacia las montañas, choco la copa con Andy Gemmell y brindamos para celebrar el encuentro con los escoceses que le han dado vida a esta gran historia en mi itinerario. Una grata experiencia que recordaré cada vez que abra una botella de un whisky escocés.
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Whisky: El oro líquido de Escocia

Esta destilado que en los siglos XVII y XVIII fue utilizado para preservar los cuerpos destinados a la disección, hoy es la bebida de culto para el colectivo gourmet.

Movilidad

Llegar y transladarse: La ciudad se recorre a pie o en bicicleta. Hay autobuses turísticos que realizan una ruta por los principales enclaves. La región de los Lothians posee una buena red de autobuses y de itinerarios para bicicletas. Si se alquila un coche o una bicicleta, conviene tener en cuenta que se conduce por la izquierda.
Libro recomendado: Edimburgo. Gente Viajera. Javier Mazorra. Alhena Media, 2012.

Imperdibles

National Museum of Scotland
Scottish Parliament
Royal Mile
Princes’ Street
Scottish National Portrait Gallery
Georgian House
Writers’ Museum
Royal Botanic Garden
The Britannia

Texto y fotos: Pepe Treviño

5 destinos europeos para viajeros sibaritas

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