A simple vista, es imposible ignorarlo y esa es prácticamente su función. Te contamos sobre el proceso y usos que tiene el oro comestible en la alta cocina.
El mundo de la gastronomía se mantiene en constante evolución para mantenerse atractivo. Ya no basta con presentar nuevas combinaciones o platillos, la decoración también suma muchos puntos. En esta parte, es posible encontrar un sinfín de elementos que vuelven al plato atractivo, tal es el caso del oro comestible.
No hay manera de ignorarlo y de hecho, el que sea comestible respalda gran parte de su popularidad e intriga. En esta nota, te contamos a detalle sobre la elaboración, usos y popularidad del oro comestible en la cocina contemporánea.
Por: Desiree Perea
Encontrarse con este elemento en distintos platillos o bebidas es cada vez más común. A nivel mundial, la reputación del oro comestible se mantiene en aumento por múltiples razones. Una de las primeras preguntas que surge con relación a este aditivo es ¿es seguro es su consumo? La respuesta es sencilla: si, no hay contradicción al ingerir el oro comestible gracias a su composición química.
A diferencia de otros metales pesados, el oro no reacciona químicamente con los jugos gástricos; tampoco se absorbe y es posible expulsarlo sin problema alguno. Sin embargo, es importante señalar que el oro comestible se clasifica como un aditivo alimentario con código E-75, esto quiere decir que no cualquier tipo de oro se puede involucrar en el universo culinario.
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Para poder contar con la certificación alimentaria correcta, el oro debe ser puro, de 23 a 24 quilates. Esto asegura la ausencia de metales reactivos que son ser tóxicos para organismo. El oro comestible usualmente se encuentra en 2 presentaciones: hoja y polvo. En ambos casos, el oro se funde y luego se lamina mediante un proceso ancestral para obtener hojas de 0.1 a 0.2 micras de grosor.
Gracias a esto, su manipulación se vuelve altamente delicada; no es posible hacerlo con las manos, se requieren pinzas con punta delgada. La suma de todos estos elementos, mantiene al oro comestible como un ingrediente de difícil acceso, no por un tema de producción, sino de precio.
El brillo que presume este elemento se convierte en una gran herramienta cuando llega el momento de presentar el platillo final. El oro comestible no tiene sabor ni aroma especial, tampoco aporta algo al organismo. Sin embargo, su versatilidad es una de sus grandes fortalezas. Las hojas o el polvo se utilizan para cubrir o decorar la capa superior de postres como: trufas, bombones o macarons.
En la cocina salada también ocupa un lugar especial. Las hojas de oro comestible se colocan sobre cortes de carne, pescado crudo o un combo muy extravagante con caviar. Y por su fuera poco, en la coctelería también es un elemento que se aprovecha al máximo. Aquí principalmente se utiliza para cubrir la parte superior del trago.
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Por último, no está de más mencionar que la industria del oro comestible se ha visto amenazada en los últimos años. ¿La razón? Simple, los restaurantes de alta cocina recurren a este elemento para elevar la presentación de sus platillos. Esto ha provocado que su uso termine por hacerse sin cuidado alguno.
Aunque siempre ha representado sofisticación y excelencia, la versión comestible no tiene por qué acabar con esta reputación. Gracias a las regulaciones de la industria, el oro comestible se mantiene como un aliado de chefs expertos que lo aprovechan inteligentemente. Si bien no cuenta con propiedades nutricionales o un sabor en especial, esto no le ha restado importancia. Así, el oro comestible continúa siendo el máximo exponente del lujo que se puede degustar.