La decisión de lavar o no el pollo crudo ha sido tema de controversia en los últimos años. Te revelamos la verdad sobre la seguridad de esta práctica.
Cocinar en casa muchas veces representa aplicar distintos métodos que se aprenden de generaciones más grandes. Dentro de las muchas prácticas que se adoptan, lavar el pollo crudo es recurrente y muchas personas no ven nada de malo en ello. ¿Qué respalda a esta decisión? Simple, eliminar la suciedad que pudo llegar a la pieza mientras estuvo a la venta. Aunque puede parecer una justificación razonable, la realidad es que esta decisión está rodeada de críticas. A continuación, te contamos todo lo que representa lavar el pollo crudo en casa.
Por: Desiree Perea
Preparar alimentos en casa toma mayor importancia cuando se trata de alimentar a la familia. Es crucial que los platillos se preparen con altas medidas de higiene. Este control depende completamente de nosotros, así que cualquier método que ayude mantener la salud alimentaria es bienvenida.
Lavar el pollo crudo es una practica que en muchos hogares todavía ocurre de manera automática. En el pasado, el pollo podía contener residuos visibles como sangre o plumas, lo que motivaba a las personas a lavarlo antes de cocinarlo. Sin embargo, es cada vez menos común que esto ocurra, pues las reglas impuestas a los productores ha reducido en gran medida esta suciedad.
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Actualmente, distintas organizaciones nacionales e internacionales se han encargado de compartir información importante con relación a esta práctica. La veredicto final indica que no está bien lavar el pollo crudo. Este proceso, no elimina las bacterias en lo absoluto; al contrario, lo único que se logra es una mega contaminación que termina por trasladarse a utensilios y otros ingredientes.
No ha sido tarea sencilla eliminar este proceso al cocinar en casa. Muchas personas siguen asegurando que el pollo crudo sí o sí tiene que lavarse. Pero, así como ocurre con otras proteínas de origen animal, lo importante es cocinarlas a la perfección. Sin importar cuál sea el método elegido, es importante asegurar el tiempo suficiente y la temperatura adecuada.
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Todas las partes del pollo, incluyendo muslos, pechugas y alas, deben alcanzar una temperatura interna mínima de 74°C. Lo mejor es utilizar un termómetro de cocina para asegurarse por completo. Como recomendación final, es ideal cocinar todo el pollo; no es recomendable dejar piezas crudas dentro del refrigerador. Si decides hacerlo, asegúrate de guardarlo en un recipiente con cierre hermético, es crucial evitar la liberación de bacterias.
El debate sobre lavar el pollo crudo tiene una respuesta clara: es una práctica que debe eliminarse. Someterlo a una cocción completa es lo único que se necesita para eliminar cualquier rastro de bacteria. Esta es la mejor forma de garantizar el consumo seguro de una de las proteínas favoritas en la cocina casera.