La repostería francesa no sería lo mismo sin la crema diplomática. Conoce sobre el origen, ingredientes clave y usos de esta irresistible delicia dulce.
Dentro del exquisito y atractivo mundo de la repostería, Francia se mantiene como la máxima institución. A este país nos ha presentado un sinfín no solo de recetas, sino también de utensilios y técnicas que hoy nos permiten disfrutar de un delicias dulces a las que difícilmente podemos negarnos. En esta ocasión, nos enfocaremos en las cremas dulces; pero no en cualquiera, específicamente en la crema diplomática.
Su peculiar nombre realmente no revela nada sobre su anatomía y sin duda, vale la pena conocerla a la perfección. A continuación, te contamos sobre la importancia de esta crema; su sabor y textura delicada la han hecho ganarse un lugar especial en la repostería.
Por: Desiree Perea
Antes de adentrarnos en sus usos, es importante revelar sus componentes. Nos queda claro que es una crema, pero ¿cómo es que se logra la consistencia y sabor característico de la crema diplomática? Podríamos pensar que solo se necesita de endulzar crema de leche clásica; sin embargo, esta creación francesa se construye a partir de dos cremas: crema pastelera y crema batida.
Ambas requieren de un dominio de técnica perfecto; la primera tiene una consistencia espesa, ligeramente pegajosa y en el sabor predominan las notas de vainilla. En el caso de la crema batida, se incorpora aire a través de un proceso de batido largo. La clave en la crema diplomática es unir ambas sin que se pierda el sabor, ni la textura suave y aireada.
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Para muchos, mezclar la crema pastelera con la crema batida es una misión imposible. Sin embargo, es cuestión de paciencia y técnica. Ambas cremas deben estar completamente frías pues el choque de temperaturas arruina por completo el resultado final.
Lo ideal es batir ligeramente la crema pastelera para suavizarla; posteriormente, se agrega poco a poco la crema batida y con ayuda de una espátula, ambos elementos se mezclan a través de movimientos envolventes. Es la única forma de mantener la mayor parte del aire.
El sabor y consistencia de la crema diplomática son factores que la convierte en la opción perfecta para rellenos, coberturas y decoraciones. Funciona para tartas frescas con fruta; gracias al sabor ligeramente dulce, se equilibra con las notas ácidas de la fresa, durazno, kiwi, uvas, entre otras.
Gracias a la crema pastelera, esta versión suele tener una buena resistencia a climas cálidos. Es por ello que puede utilizarse para cubrir pasteles o para decorar cupcakes que requieran una crema con buena estructura. Es posible añadir algún jarabe o esencia extra si se desea cambiar el sabor.
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La regla de la temperatura aplica para la crema diplomática y el resto de las variantes: si se va a aplicar directamente sobre galletas, bizcochos o masas horneadas, debe hacerse cuando estén completamente fríos; de lo contrario, la crema se derrite y pierde su consistencia. Por último, debes saber que lo mejor es utilizarla y consumirla al momento. Con el paso del tiempo, el aire dentro de la mezcla se libera hasta convertirse es una mezcla sin volumen.
Así, la crema diplomática se ha convertido en una preparación básica dentro del camino de la repostería. Su textura sedosa, sabor delicado y la increíble versatilidad la consolidan como un imprescindible dentro y fuera de Francia. Si eres amante de los postres, esta es sin duda una de las cremas dulces que vale la pena dominar a la perfección.