La reputación de las frutas deshidratadas ha cambiado drásticamente en los últimos años, y vale la pena conocer las razones para no sacrificar la salud.
Como alternativa ‘saludable’, las frutas deshidratadas se han convertido en el snack por excelencia; sin embargo ¿qué tan buena es esta elección? Si, existen opiniones dividas sobre los beneficios que presume este alimento dulce y versátil. A continuación, te revelamos todo lo que necesitas saber para decirle si o no a las frutas deshidratadas en tu dieta.
Por: Desiree Perea
Deshidratar alimentos no es algo nuevo dentro del mundo de la gastronomía. De hecho, es considerado un método ancestral para conservar alimentos. ¿La razón? Al eliminar la mayor parte del líquido, se inhibe el crecimiento de microorganismos y la vida útil de los ingredientes se alarga consideradamente.
Para alimentos como la carne, esta técnica es realmente útil, y su composición nutricional no sufre mayor cambio. Sin embargo, en el caso de las frutas deshidratadas, sus efectos en algunas personas se convierten en algo completamente negativo. Al eliminar la parte líquida de estos ingredientes naturales, los azúcares naturales de la fruta se concentran de manera importante. Esta es una alarma para personas con resistencia a la insulina o bien, aquellos diagnosticados con diabetes.
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Pero no todo es malo, pues las frutas deshidratadas al igual que las frutas frescas concentran un gran porcentaje de vitaminas y minerales. También vale la pena destacar que siguen funcionando como una fuente de fibra. La diferencia de tamaño es algo que nos hace dudar al consumirlas, para ello debes saber que las porciones no son equivalentes.
Si no tienes restricción de azúcar en tu dieta, las frutas deshidratadas pueden consumirse ocasionalmente en porciones pequeñas. Son una gran fuente de energía, por lo que pueden ayudarte a rendir mejor antes de tu rutina de ejercicio. También puedes elegirlas como parte de los snacks entre comidas; para reducir la intensidad del azúcar, lo ideal es acompañarlas con una porción de frutos secos.
No está de más mencionar que lo mejor es también alternarlas con las versiones frescas. Cada temporada nos permite acceder a frutas frescas con aromas, colores y sabores excepcionales. Las dos versiones son válidas, pero por el tema del azúcar, las frutas frescas mantienen una ligera ventaja.
Eliminar por completo el consumo de frutas deshidratadas no es la solución final. Disfrutar de ellas no está peleado con llevar una alimentación saludable; sin embargo, es importante considerar porciones justas. El que sea un alimento natural, no significa que deba consumirse en gran cantidad.
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La versatilidad de las frutas deshidratadas es realmente amplia. Más allá de una simple botana dulce, pueden incluirse en un sinfín de recetas, tanto saladas como dulces. Por ejemplo, son un elemento pilar dentro de las tablas de quesos y charcutería; su dulzor contrasta a la perfección con las notas saladas, picantes y ligeramente ácidas. También se pueden incorporar a ensaladas para aportar textura.
Conocer a detalle sobre la composición y propiedades de las frutas deshidratadas no tiene por qué convertirlas en enemigos alimenticios. Al contrario, es lo mejor para aprender a incorporarlas inteligentemente dentro de nuestra alimentación.