El postre es inseparable de un café y viceversa. Esta combinación resulta perfecta por las notas tostadas y ácidas del café, en combinación con el dulzor de su platillo acompañante. Pero, ¿qué hacer cuando la bebida que se acompañará es un carajillo, también dulce?
Tuvimos una charla con Corajito –un carajillo totalmente mexicano, hecho con café, alcohol de grano, azúcar de caña y cítricos, hierbas y especias (en su modalidad Clásica), así como una adición de avellanas y vainilla (si se trata de su versión Avellana), que viene listo para servirse– para que nos hicieran algunas recomendaciones básicas sobre cómo maridar esta bebida y algunos postres.
Su variedad clásica es de color caoba, con notas de café muy tostado en nariz y presencia de especias como pimienta, pino, vainilla y jarabe de nuez; y la de avellana, que presenta notas a café, avellanas, almendras dulces, pistaches, dulce de leche, y un dulzor que se combina con notas frutales y florales.
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Cualquiera de estas etiquetas puede tener maridajes exitosos si se toma en cuenta lo siguiente:
– Que los carajillos se sirvan en vasos old fashioned, para percibir la mayor cantidad de olores posibles de la mezcla hecha con café.
– Básico: que los postres que se mariden con la bebida no sean demasiado dulces, para que ambos puedan tener cierto equilibrio.
– Buscar que estos postres contengan frutos secos, como en el caso de una tarta de higos y dátiles o hasta un panetón navideño.
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– Otra gran opción de maridaje son las tablas de quesos; no obstante, cuando se trata de postres con dicho ingrediente las posibilidades de acompañamiento se diversifican. Si se trata de Corajito, es mejor que los platillos dulces se prueben con una gama de lácteos de intensidad baja a media de sabor. Un queso demasiado añejo o de gusto intenso no es buena idea.
– Los postres hechos con café son otra gran opción. Unas galletas, un brazo gitano, unos merengues y un tiramisú con este ingrediente le van perfecto.
– Explora las posibilidades de las paletas de hielo. Nosotros lo hicimos con ejemplares de la tienda Cariño Mío y nos llevamos una sorpresa. Maridamos el Corajito Clásico con una paleta de maracuyá y la mezcla con lo ácido de la fruta fue acertada; hicimos lo mismo con el de Avellana y una paleta cremosa de vainilla, y de inmediato descubrimos que lo habíamos hecho correctamente. Todos los sabores hacían match.
El otoño está aquí. No dejemos que se nos vaya de las manos sin probar un carajillo mexicano con un acompañante dulce, pero no empalagoso.