Punto obligado para surfistas de todo el mundo, la ciudad tiene una personalidad cosmopolita, pero sin perder su aire tropical. Sus ocho playas ofrecen posibilidades para los más aventureros y para quienes sólo buscan paz y tranquilidad.
Fotos Héptor Arjona
Los rayos del sol me despiertan muy temprano y no puedo evitar su resplandor, ya que me encuentro en lo alto de un risco. Abro las puertas del balcón de mi habitación y me acuesto en la hamaca para terminar de despedirme del embrujo de Morfeo. Pero con esta vista al azul del Pacífico, la brisa envolviéndome en sus brazos y el sonido arrullador de las olas, es inevitable volver a dormir.
Entonces sueño que soy uno de esos surfistas que estuve observando la tarde anterior, aquellos que nadan sobre sus tablas para encontrarse de frente con la braveza del mar, en medio de esas altas olas que alcanzan los cuatro metros de altura. Por suerte, antes de morir ahogada cuando el mar me hunde, despierto en un sobresalto y me doy cuenta que no soy uno de esos aventureros y temerarios; soy el otro tipo de persona, que desea regresar a Puerto Escondido una y otra vez para disfrutar de la paz del mar.
Si decido abandonar la comodidad de mi preciosa habitación en Villas Carrizadillo, es sólo para disfrutar de un delicioso desayuno en su restaurante, que ofrece una magnífica vista al Pacífico. Dicen que en ciertas épocas el espectáculo se complementa con el salto de delfines que nadan cerca de la costa.
Bajo por unas escaleras que me llevan de manera directa hasta la playa, una pequeña bahía de aguas tranquilas que contrasta totalmente con la principal de Puerto Escondido, Zicatela, donde se dan cita surfistas de todo el mundo para desafiar la furia del mar.
Aquí no hay mucha gente, así que me dispongo a leer tranquilamente un libro, tirada en un camastro, mientras bebo una cerveza. Planeo nadar un rato y luego comer en alguna de las palapas que ofrecen pescados y mariscos, frescos.
Aguas color esmeralda
Puerto Escondido es considerado el centro turístico más antiguo de la región de la costa de Oaxaca. En el siglo XIX era conocido como Punta Escondida debido a una leyenda, según la cual, una mujer iba a ser atrapada por un pirata, por lo que se ocultó en este lugar.
Hoy en día, además de ser conocido como la Costa Esmeralda por el color de sus aguas, es famoso en el ámbito internacional por playa Zicatela, que se caracteriza por registrar las olas más altas del planeta después de las de Hawai y Australia.
Por esa razón no es raro ver surfistas de todas partes del mundo, que se congregan en al amanecer o al atardecer, que son los mejores momentos para practicar este deporte.
En Zicatela no se permite nadar por la misma causa, pero sus seis kilómetros de playa invitan a tomar el sol, realizar apacibles caminatas o disfrutar en uno de los muchos cafés que se ubican sobre la Avenida del Morro. Sobre ésta se ofrecen diferentes opciones de hospedaje, tanto hoteles como hostales, restaurantes, agencias de viaje, tiendas de todo tipo, bares, entre otros servicios.
Pero además de esta famosa playa, Puerto Escondido tiene siete más. La principal y la playa Marinero se encuentran juntas; ambas tienen una suave arena gris y aguas tranquilas color azul verdoso. Esta última presenta diversas oportunidades de esparcimiento, ya que puedes contratar una lancha para hacer recorridos. En playa Bacocho la gente acostumbra ir a hacer ejercicio, ya que es muy grande. Y Puerto Angelito es considerada como una alberca natural; cuenta con restaurantes y servicios para bucear.
Una de las playas en donde se contratan los recorridos a todas las demás de Puerto Escondido es Embarcadero, y otra pequeña y apacible es Manzanillo. Al oriente se encuentra La Punta, lugar idóneo para quienes se inician en la práctica del surf, y al poniente, en el otro extremo, se encuentra Punta Colorada, muy concurrida por los surfistas que practican este deporte con tabla corta.
Complementos perfectos
Si bien Puerto Escondido es un destino de sol y playa, cuenta con algunos atractivos que complementan la experiencia de viaje. El corredor turístico llamado El Adoquinado es una calle en la que de día puedes comprar artesanías, ropa y comer en diferentes restaurantes mexicanos, italianos e internacionales. Por la noche, el ambiente cobra vida gracias a las distintas opciones de bares, música, cantabares y restaurantes en terrazas.
Otros rincones que exigen ser explorados son la variedad de restaurantes. Al ser un destino de surf, la mayoría de los sitios de comida de Puerto Escondido no escapa a esta vocación. Están construidos como palapas, donde se puede disfrutar de una variedad de pescados y mariscos que los lugareños obtienen todos los día, preparados a la manera tradicional de la costa del Pacífico: al mojo de ajo, a la plancha, a las brazas, empanizados, enteros o fileteados, según el gusto del comensal. Entre las variedades destacan la mojarra, el robalo y el bagre. También se puede solicitar un filete de atún o las mariscadas, que son cazuelas muy completas de productos del mar, acompañadas de arroz, frijoles, tortillas y salsas oaxaqueñas.
Por otro lado, también existen espacios para degustar la tradicional cocina oaxaqueña, con sus siete moles, chocolate, chapulines, tlayudas, quesillo y tasajo. Es muy común escuchar historias de decenas de extranjeros que vinieron a vacacionar y les gustó tanto, que se quedaron a vivir y comenzaron diversos negocios. Por esa razón la oferta gastronómica también es internacional: abundan los restaurantes italianos, franceses, checos, portugueses, griegos y de otros países como Canadá, Suiza y Holanda, por mencionar sólo algunos de los que enriquecen la gastronomía local.
No se debe olvidar que esta localidad y sus pobladores se establecieron en la zona para desarrollar los cultivos cafetaleros a principios del siglo XX, siendo el café de la región oaxaqueña uno de los mejores del país, por tanto, debe disfrutarse a cualquier hora, tanto en las playas como en el puerto.
Magia de Manialtepec
A sólo doce kilómetros del puerto encontrarás la Laguna de Manialtepec, en la que se realizan paseos nocturnos porque sucede un fenómeno interesante. Cuando la embarcación se detiene, el guía te pide que metas la mano y agites las aguas, las cuales adquieren un brillo como de pequeñas chispas ante cualquier movimiento. La bioluminiscencia, como se le conoce a este efecto, se debe a que en el agua habita una población de millones de microorganismos que producen luz, debido a una reacción química entre substancias que, al combinarse, destellan produciendo este fenómeno Si te animas, puedes meterte a nadar en estas aguas.
BOLETOS