Es común que en Cuetzalan, Puebla, la gente tenga abejas en sus traspatios dentro de pequeños jarros de barro rojo repletos de miel.
Cuetzalan está rodeado de montañas, cafetales y recintos religiosos. Se dice que las ruinas de Yohualichan están conectadas con el centro ceremonial del Tajín. Para llegar a la zona productora de miel melipona es necesario recorrer un camino lleno de curvas y niebla al que muchos de los conductores ya están acostumbrados.
Por: Fernanda Hernández
Durante el trayecto se puede ver parte de la vegetación que, en comparación con la ciudad, predomina. También hay depresiones en las que se aprecian cultivos de maíz.
¿Quién iba a pensar que la abeja melipona (o maya) también reside en esta zona del norte poblano? En esa región se le conoce como “abeja pequeña”, y en náhuatl se le llama pisilnekmej, y su miel, además de endulzante y medicinal, es un baluarte de Slow Food. Se trata de una especie que fue domesticada en la época precolombina. Por increíble que parezca, persiste hasta hoy una gran cultura al servicio de su cuidado mediante prácticas de apicultura sostenible.
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Es común que la gente tenga abejas en sus traspatios dentro de pequeños jarros de barro rojo. Quizá sin haberlo pensado con tal fin, los nahuas se han convertido en guardianes de un gran tesoro líquido. El valor de esta deliciosa miel en el mercado es alto debido a la complejidad con que se obtiene.
La doctora Eloína Nochebuena nos comentó que, a diferencia de otras especies mieleras, la melipona, por no tener aguijón, usa como mecanismo de defensa pequeños mordiscos que se sienten como piquetes en la piel. “Por ser tan delicadas, se deben tratar con cuidado para no matarlas”, advirtió, pues están en peligro de extinción.
Esta raza trabaja como un matriarcado. Cuentan con una abeja reina, un zángano —que sólo se dedica al apareamiento—, abejas obreras —encargadas de producir miel y mantener el panal— y soldados, que vigilan el arribo de intrusos, por lo que siempre están a la entrada de los potes de barro.
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Cada abeja tiene una función específica. La obrera resguarda el néctar en su intestino; al llegar al panal lo deja a cargo de otra abeja que se encarga de procesarlo y depositarlo en el pote. Una vez recolectada la miel, uno de los jarrones se debe cambiar por otro nuevo; la cera que une los jarrones es una mezcla de resina y miel obtenida por las abejas para resguardar el nido de la lluvia y el polvo, pues pueden afectar la totalidad de la colmena.
La mayor producción de miel melipona se da entre abril, mayo y junio. La obtención de este líquido es delicada. Cuando las abejas salen a pecorear (recolectar el polen de las flores) por las mañanas, los productores aprovechan para obtener la miel de los jarrones, así como polen y cera. De este modo se evita cualquier clase de accidente.
Aunque el color y el sabor de dicha miel dependen de la zona en que se recolecte, se caracterizan por una nota cítrica y floral sumamente peculiar.