Esta tradición milenaria tiene al matcha como su protagonista y para presidirla o ser invitado a ella se necesitan años de práctica. Se le conoce […]
Esta tradición milenaria tiene al matcha como su protagonista y para presidirla o ser invitado a ella se necesitan años de práctica.
Se le conoce como “Cha No Yu”, que quiere decir “agua caliente para té” y su origen está íntimamente ligado al budismo en Japón.
Por Alejandra Alfaro @alejalfa
En el siglo XII el monje Eisai trajo de China, como otros antes de él, semillas de la planta del té y con ello, la técnica de preparación que en ese entonces consistía en el método de la disolución y no la infusión. Esta técnica aún se utiliza en Japón, mientras que la infusión es la más utilizada en el mundo.
El té fue bien recibido por los monjes pues les permitía permanecer despiertos durante largas horas de meditación. De hecho, existe una leyenda que cuenta que un príncipe hindú convertido al budismo, se propuso meditar y no dormir durante siete años. Pasados los tres primeros, según la versión japonesa, el príncipe fue vencido por la fatiga y en su sueño vio a los antiguos romances de su juventud. Alterado consigo mismo se cortó los párpados inmediatamente al despertar y éstos, al caer al suelo, hicieron brotar una planta que ayudaría a cualquiera que quisiera permanecer despierto durante una larga meditación.
La sociedad japonesa poco a poco fue adoptando la práctica del té y las reglas de su preparación fueron perfeccionándose hasta dar lugar a competencias que atrajeron a la alta sociedad.
Maruta Shuko, un comerciante japonés, creó en su sala un espacio con cuatro y medio tatamis (tapetes que recubren los suelos de las casas) en el que comenzaron las primeras ceremonias del té Cha No Yu con reglas y movimientos específicos.
El ritual del té, a partir de entonces, gira en torno al matcha. Desde el primer momento, refleja la armonía con la vida, el refinamiento y la hospitalidad que se buscan con esta ceremonia pues ésta se realiza en la sala de té o “lugar de vacío” al que se llega tras cruzar un patio pavimentado con piedras planas de manera irregular ambientado al estilo zen.
Adentro, un maestro/a arrodillado en el tatami, al igual que sus invitados, seca el tazón del té (chawan) con un paño de seda que tiene en su kimono. Con una espátula de bambú (chasaku) vierte un poco de matcha en el chawan. Acto seguido utiliza un cucharón de bambú (hishaku) para verter el agua caliente sobre el té. Con el batidor especial de bambú (chasen), bate vigorosamente para obtener la brillante “espuma de jade”.
Una vez listo, se sirve al primer invitado junto a un pequeño postre tradicional y la preparación se repite con cada uno de los invitados.
El organizador de la ceremonia del té debe estar relacionado con los métodos de producción y ser un experto en este y otros artes como la caligrafía, el arreglo floral, los protocolos y muchos más. Por ello se necesitan años de estudio para siquiera entender el espíritu del té, que los maestros consideran, es la clave del éxito en esta profesión.
Los japoneses han creado de esta experiencia algo tan especializado que incluso los invitados deben estar preparados para realizar los rituales apropiados que generalmente se imparten en las universidades o en casas de alta alcurnia desde temprana edad.
Fuente: Fuente: Lombardi, G. (2017) Sommelier de tés. White Star.