Fuimos a Linares, un pueblo de 300 habitantes, con un restaurante de Estrella Michelin, recorrimos la Gruta de las Maravillas y bebimos jerez.
Por: Liliana Ortiz (@lilimarleen14)
En mi opinión, la mejor sopa —después de la que prepara la abuela de cada quien— se sirve en Mesón Arrieros, restaurante con una Estrella Michelin ubicado en la provincia andaluza de Linares de la Sierra, cuya población apenas supera los 300 habitantes.
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El día que visitamos el establecimiento galardonado el clima era lluvioso; habíamos pasado la mañana caminando por un bosque de alcornoques, con los pies entumidos por el frío de invierno. El primer lugar de las maravillas de nuestro recorrido fue una antigua casona transformada en restaurante, con una chimenea y una terraza que en otras temporadas del año permite a los comensales disfrutar sus platillos junto a un huerto.
Allí nos recibió Adela, la jefa de sala y copropietaria. Tomó nuestros abrigos y, acto seguido, nos ofreció el menú degustación, que se distingue por incluir recetas preparadas con productos locales como frutos secos, hongos, vegetales y jamón ibérico Cinco Jotas.
Entre tantas delicias sobresale la sopa de tomate rosado, que, aunque es una preparación común en España, le agregan mermelada de higos, además de cebolla, ajo, comino, hierbabuena, orégano y hojas de limón.
La primera cucharada resulta tan reconfortante, sobre todo después de un día de caminata, que se siente como el mejor apapacho humeante con un toque dulce y especiado. Entre los secretos de la preparación está que los tomates se cosechan en casa y se agrega al caldo un poco de la grasa del cerdo ibérico, prueba de que el animal se aprovecha al máximo y no sólo se consumen las patas.
Otros platillos imperdibles, de los preparados por el chef Luismi, son el carpaccio de cerdo con foie y reducción de vino, la “hamburguesa” y la tostada de queso de cabra con hierbas.
Al final del festín de sabores, después de experimentar los postres de bellotas y castañas, bebí una infusión de poleo que me dejó con ánimos de meterme a la cama y no despertar hasta el siguiente día. En lugar de eso, nos dirigimos a la segunda maravilla del día: una gruta oculta en plena urbe. No sin antes fotografiar la iglesia local, de estilo barroco, dedicada a San Juan Bautista.
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La Gruta de las Maravillas —abierta al público desde 1914— hace honor a su nombre. En primer lugar, por su ubicación, en el centro de Aracena y debajo de un castillo. La entrada a este monumento natural es tan pequeña y sencilla que podría confundirse con la puerta de alguno de los restaurantes y tiendas de recuerdos que lo rodean, de no ser por un letrero que indica que se ha llegado.
Durante el recorrido de aproximadamente 1 kilómetro y 50 minutos de duración, se observan paisajes que parecen escenarios de una película de ciencia ficción o el hábitat de seres mágicos; quizá el lugar de donde provienen las hadas.
Hay varios estanques de agua azul turquesa tan cristalina que es posible ver el fondo cubierto de piedras afiladas con una antigüedad de 500 millones de años. Aunque cualquiera desearía darse un chapuzón, la guía nos explicó que esto no resulta seguro por la posibilidad de sufrir heridas y porque, en realidad, queda terreno por explorar; no todo lo que hay dentro de ese paisaje de fantasía ha sido descubierto y se desconoce la profundidad de los lagos.
Los espacios a los que se tiene acceso son la Sala de las Conchas, el Salón de los Brillantes, el Salón del Gran Lago, el Salón de la Esmeralda, el Salón de la Cristalería de Dios y el Salón de los Desnudos, que lleva este nombre por las formas fálicas que se aprecian en las piedras sin necesidad de mucha imaginación.
A medida que transcurre el recorrido por “las entrañas de la Tierra”, la vista se intensifica, todo parece más sorprendente y mágico, especialmente por las formaciones irregulares de estalactitas y estalagmitas.
El único ruido en el interior, además de los pasos de los visitantes, es el goteo constante sobre los cuerpos de agua. Si se guarda silencio, resulta hipnótico y relajante. En ese lugar podría transcurrir un día completo con la sensación de que han pasado apenas unos minutos.
Se cree que semejante portento natural fue descubierto por casualidad gracias a un pastor, aunque otra versión afirma que el hallazgo fue realizado por mineros en busca de metales preciosos en 1850.
TIP GOURMET:
Aprovecha para visitar el Museo del Jamón y el Castillo de Aracena, edificado en el siglo XVII supuestamente sobre una fortaleza musulmana.
Dónde dormir
El hotel Convento es una gran opción por encontrarse en una construcción religiosa del siglo XVII y conservar elementos como el claustro y la capilla. Además cuenta con una alberca de agua salada, un lujoso spa y un huerto.
Jesús María 19, Aracena, Huelva, España
Durante nuestro segundo día de viaje abandonamos la sierra y nos dirigimos al Puerto de Santa María, a un par de horas de distancia en carretera desde nuestra ubicación en Huelva. El propósito principal era conocer las bodegas de vino Osborne; sin embargo, terminamos yendo de tapas, como suelen decir los locales, de bar en bar y probando los bocadillos de la región.
Nos recibió Carla Terry Osborne, uno de los pocos miembros de la familia que trabajan en la empresa. Durante un par de horas la heredera, que pertenece a la sexta generación, nos mostró la llamada “catedral del vino de jerez y el brandy” y habló sobre el proceso de elaboración de dichas bebidas.
Obtuvimos datos valiosos, como que el brandy debe tener entre 36 y 45 grados de alcohol para ser reconocido como tal, o que la sigla VORS (Very Old Rare Sherry) se refiere a los vinos con más de 30 años de añejamiento, la máxima calificación para uno de jerez. La mejor parte del recorrido fue la cata de vino con jamón ibérico Cinco Jotas, en la que aprendimos a reconocer las partes de la pata: punta, masa, jarrete y babilla, cada cual con un sabor específico.
Por ejemplo, la babilla es secante en boca y una copa de Fino potencia su sabor; la parte de la masa tiene notas de almendras, y la punta es donde se encuentra la mayor concentración de grasa y sabores. Ya casi somos expertos y semanas después de nuestro regreso a México seguimos experimentando con tal mezcla de sabores y texturas.
¿Sabías que…?
El Toro de Osborne tiene más de 60 años de existencia y se creó para promocionar la marca Brandy Veterano; no obstante, con el paso del tiempo se convirtió en un símbolo de España.
-Casa Paco Ceballos
Este bar, fundado en 1947, se especializa en pescados fritos y cuenta con una barra en su interior. Aun así, los comensales comúnmente prefieren la terraza con vista al puerto.
Ribera del Marisco 6acc
-La Bodeguilla del Bar Jamón
Es un negocio familiar con 30 años de existencia. Las recetas, aunque tradicionales, tienen toques de autor y se renuevan cada año. No te vayas sin probar el pan de la casa con jamón ibérico de bellota y las bombitas de rabo de toro.
Misericordia 5
-La Pescadería Tapas Bar
Un gastrobar donde pedir cualquier opción con atún es una apuesta segura. Se recomiendan los platos para compartir al centro de la mesa.
Luna 19