La recta parece no tener fin, la cinta de concreto por horas se desenrolla frente al auto, surcando el desierto, luego los bosques y al final las planicies rojas. Todo desemboca en un paisaje más allá de cualquier desafío a la imaginación.
Arizona es un territorio inmenso, una progresión de paisajes en los que el medio ambiente manifiesta sus dones escultóricos, labrando varios de los sitios más alucinantes de la Tierra. Viajar hasta aquí es un regocijo para quien valora la belleza de la evolución geológica. Desde el desierto de Sonora, en el sur, donde el saguaro es el amo y señor, hasta los confines del Cañón del Colorado, en el extremo noroeste, y el Monument Valley en el oriente, Arizona es uno de los destinos más ricos en panorámicas de todo Estados Unidos.
Con el cometido de pasear una semana, y la meta final de presenciar las icónicas formaciones pétreas de Monument Valley, rentamos un auto y nos dispusimos a descubrir siete maravillas fundamentales del suroeste estadounidense. Para explorar las zonas más pintorescas, sus parques nacionales, áreas protegidas y patrimonio de la humanidad, desde México hay que volar a Phoenix, urbe apreciada por los viajeros debido a sus dramáticos campos de golf en el desierto, los centros comerciales y recientemente por sus ofertas ecoturísticas y nueva gastronomía southwestern.
Phoenix/Scottsdale
Valle del Sol es el punto de partida para recorrer el estado de Arizona. Las ciudades de Scottsdale y Phoenix integran la sexta urbe más grande del país.
Aparte del golf, las compras, y de ostentar algunos de los resorts y spas, aquí se puede practicar el ciclismo de montaña, el senderismo y hacer paseos en vehículos todo terreno, o en globo aerostático para adentrarse en el desierto. Las vistas son impresionantes y la experiencia de volar sobre este paisaje resulta inolvidable.
En materia gastronómica, grandes hoteles como Four Seasons y The Wild Horse Pass Ranch cuentan con los servicios de cocineros notables, pero la oferta de esta ciudad acaudalada no se limita a este tipo de comedores. En el área de Scottsdale, continuamente se abren nuevas opciones que destacan por su originalidad y calidad.
Algunas recomendaciones en Phoenix son Vincent´s on Camelback, un sitio reconocido por la justa aplicación de las técnicas francesas de su chef, en conjunción con los sabores del suroeste del país, muchos de los cuales integran también algunas de las recetas centenarias de la cocina mexicana. El Elements es una de las mejores cocinas del área metropolitana y considerado como uno de los restaurantes más pintorescos de Phoenix. La Pizzeria Bianco reúne el conocimiento de Chris Bianco, uno de los mejores creadores de pizzas en Estados Unidos.
En Scottsdale, el FNB, Olive & Ivy, Cowboy Ciao y Roaring Fork, se mantienen como los favoritos desde hace casi cinco años, sin embargo no hay que perderse de las propuestas de restaurantes como Crescent Moon en el Four Seasons; Deseo en el Westin Kierland Resort & Spa; Rita´s Kitchen en el JW Marriott Camelback Inn y sitios menos formales y contemporáneos como Zinburger (para los cazadores de la mejor hamburguesa), 5 and Diner, Bloom y Distrito.
Sedona
En esta región comienza el recorrido para visitar las maravillas naturales de Arizona parte de Phoenix rumbo al norte, por la carretera 17, y dos horas más tarde se llega a la primera parada.
Las formaciones rocosas, en tonos carmesí y siena tostado, los paisajes de cañones, su flora y fauna han sido admirados por los habitantes de la zona desde hace miles de años, por lo que a nadie extraña que se les hayan atribuido propiedades mágicas y místicas. Por estas razones, y por su clima más templado que el del sur del estado, la vocación de Sedona es totalmente turística.
Este pequeño pueblo cuenta con un buen número de galerías de arte, centros de meditación, spas, y uno que otro curandero. Las actividades ecoturísticas incluyen caminatas por los bosques, práctica de yoga y tai chi en exteriores, montañismo, y ciclismo.
Canyon de Chelly
Rumbo al noreste, por las carreteras 17, 40 y 191, se llega a este parque nacional que no sólo es impresionante por sus cualidades naturales, sino por los vestigios arqueológicos que ahí se atesoran. Los indios de la cultura Pueblo, también conocidos como Anasazi, habitaron las cuevas de los tres cañones que definen el paisaje de esta zona.
Propiamente dicho, este territorio pertenece a la Nación Navajo, un territorio indio que se rige por sus propias leyes y cultura. Para visitar este lugar es necesario registrarse a la entrada del parque y contar con la guía y transportación de un miembro de la tribu navajo o de un guardia del parque. Los paseos que conducen al visitante por los lechos de los ríos permiten admirar el arte rupestre combinado con los paisajes icónicos de esta comarca.
Al interior de la Nación Navajo hay pocos pero buenos hoteles. Si bien los restaurantes en las zonas de visitantes no destacan por su audacia gastronómica, si cuentan con lo suficiente para alimentarse dignamente. La especialidad regional es el taco navajo, una fritura de harina, acompañada de carne, bañada con crema ácida, frijoles, queso y verdura rallada. Probarla es parte de la experiencia, pero no será un hito culinario en la vida de nadie.
Monument Valley
Muchas de las más grandes epopeyas del “lejano oeste” llevadas al mundo a través del cine fueron filmadas en los escenarios de Monument Valley. Esculpidas por el viento, las tallas de las montañas de roca arenisca adquirieron formas que desafían no sólo a la imaginación, sino a la ley de gravedad, pues son uno de los mayores portentos de la erosión eólica.
Esta maravilla del mundo se encuentra en un área conocida como The four corners, pues ahí se tocan las esquinas de éste y de los estados de Utah, Colorado y Nuevo México. Toda la información, desde geología e historia, hasta cultura, economía y leyendas populares son explicados de forma muy amena por los guías autorizados por la Nación Navajo.
Un recomendación es pasar al menos una noche en el hotel The View, el único en la zona de Monument Valley. Las instalaciones son muy buenas y el servicio es de primera, sin embargo lo que vale mucho más son las vistas al atardecer y amanecer desde el mirador de cada habitación. La experiencia de convivir con los navajos, conocer sus viviendas, tradiciones, y visitar este sitio es algo que hay que hacer al menos una vez en la vida.
Lake Powell
Después de visitar las maravillas del este de Arizona, se recomienda volver a Phoenix por una ruta distinta para echar un vistazo a otros dos de sus más espectaculares destinos. Siguiendo la carretera 160, rumbo al oeste, y después la 98 hacia el norte, se llega a la ribera del lago formado por la presa que contiene las aguas del río Colorado. Este es el segundo lago más grande creado por el hombre en este país. Con un litoral de más de tres mil kilómetros, está considerada una de las zonas recreativas más importantes del suroeste estadounidense, puesto que bajo la vigilancia de Parques Nacionales, aquí se puede vacacionar en un entorno de esplendor natural y total relajación.
Existen dos formas de disfrutar este lago. Llegando al poblado de Page, se puede visitar la marina Antelope Point, donde se puede pasar un día en su club de playa; en esta marina es posible rentar lanchas, kayaks y waverunners para pasar horas de diversión bajo el sol. La segunda y más recomendable forma de gozar de Lake Powell es rentar una casa flotante. Estas embarcaciones pueden tener de dos hasta seis camarotes, con sala, comedor, cocina, baños, hidromasaje y terrazas. Es posible contratar una tripulación y personal de servicio, o incluso manejarlas uno mismo y pasar hasta una semana recorriendo lugares asombrosos y desembarcando en playas de islas desiertas. Si buscas algo completamente fuera de lo común, no lo pienses mucho.
Antelope Canyon
A pocos minutos de Lake Powell se encuentra una de las catedrales fotográficas naturales del mundo. El sueño de cualquier fotógrafo amateur o profesional se ve realizado cuando se llega a esta obra maestra de la erosión. En medio de un paisaje con suelos y formaciones de piedra arenisca, la labor de tallado para el viento y para el agua es relativamente sencilla. A lo largo de unos cuantos milenios, las lluvias torrenciales que durante el monzón suelen golpear la superficie del norte de Arizona han creado sitios de formas caprichosas, que extralimitan las capacidades de cualquier lente.
Antelope Canyon es una alargada galería formada por el paso del agua entre las suaves rocas. Con cientos de metros de largo y decenas de metros de altura, este “pequeño” cañón encanta por sus cambios de luz y tonalidades. La visita dura entre dos y cuatro horas y no requiere de grandes aptitudes físicas.
Atravesar Arizona en auto es una oportunidad para vacacionar sin complicaciones y regocijar a los sentidos. Los gourmand encontraran sabores distintos a los estereotipos de la cocina popular estadounidense, y se darán cuenta de las posibilidades infinitas que se pueden conseguir con la fusión de técnicas y el tratamiento adecuado de productos frescos de origen natural.
El Gran Cañón
Mención aparte merece el cañón que ha trazado el río Colorado a su paso. Esta es indudablemente una de las cinco obras maestras de la naturaleza en todo el planeta. Si bien se encuentra un poco apartado tanto de la zona metropolitana de Phoenix es algo que ningún ser humano puede dejar de experimentar. No sólo sus vistas arrebatan el aliento, la sensación del viento, la inmensidad y la espiritualidad que un sitio proyecta, ameritan una visita. Se puede contemplar desde miradores con todas las facilidades o bien recorrerse a pie, en bote (con reservación de varios meses de anticipación) e incluso sobrevolarlo en helicóptero. 446 km de largo, 26 km de ancho y casi 2 km de alto son una forma mínima de poner en cifras lo descomunal de este portento de Arizona.
