De norte a sur por los templos de Tailandia busqué eso que tanto presumen los budistas: paz interior y armonía. 12 días de templo en templo en el silencio absoluto. En un soliloquio de locura porque eso es lo que pasa cuando se viaja sola sin la posibilidad de una conexión a internet y una diferencia de horario abismal, ¿con quién me puedo mensajear a las dos de la tarde tiempo de Chiang Mai cuando en la Ciudad de México son las dos de la madrugada? Toda la belleza contemplada la compartí conmigo misma.
Texto y fotos: Raquel del Castillo, editora de la revista Gourmet de México
No soy budista, pero simpatizo con la parte de buscar la armonía y encontrar la paz interior, algo trillado pero que seguro cuando lo encuentre me hará sentir mejor persona. Sí soy un animal de ciudad que ama el caos, el paso rápido y los itinerarios del día a día con miles de cosas por hacer. Admito que me gusta la mala vida y que tuve que desacostumbrarme a no tener prisa. Aquí hay una nube en mi cabeza que se alimenta de toda su calma, es como música de acompañamiento presente las 24 horas y que al parecer en occidente no es tan visible.
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¿Cuánto tiempo les llevará llegar al Dharma?
A la par del respeto y amor que siente la gente Tai por la monarquía, está el amor y respeto que tienen por Buda y los monjes, quienes solo trabajan por su espiritualidad y trascendencia. Estos seres de manto naranja son intocables y agraciados para lavar nuestros pecados. Al menos eso me tocó experimentar en las montañas de Chiang Mai.
Durante la ceremonia matutina del templo del Caballo de Oro no basta únicamente con ir a rezar, hay que llevarles regalos e irlos introduciendo en sus vasijas procurando no hacer contacto con ellas. No hay solemnidad, se vale reír y brincar, quien dirige esta orden montañesa es Phra Kru Ba Neua Chai, ex peleador del Muay Thai. Entre su vestimenta guinda se asoman tatuajes al por mayor. El hombre, simpático y bonachón, tomó el celular de uno de los feligreses y se rió en una conversación. Al parecer la tecnología no está peleada con la parte espiritual.
Conversaciones con dios
Desde mi necedad occidental me fui abriendo a todo eso que hay Tailandia. Debo admitir que en Bangkok no me fue tan difícil adaptarme, el movimiento citadino es similar al de mi ciudad, en otro idioma y otras reglas. Y, a pesar de todo el bullicio, entrar a cualquier templo es como paralizar el tiempo. Mientras el incienso atrapa la atención, el cántico sin fin de las oraciones de los monjes hipnotiza. Los pasos a seguir son sentarse en cuclillas, guardar silencio y contemplar sus movimientos.
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Sukkothai es una joya que puede conocerse en un día. Aquí está hay un parque histórico que cuenta con unas ruinas maravillosas. Vale la pena recorrer esta joya en bicicleta, lo mejor es salir desde muy temprano para escuchar los primeros cantos de las parvadas que parecen saludar a los Budas gigantes. Mientras, ellos se bañan de una luz dorada. Este es un sitio imponente con espejos de agua que poco a poco fueron deslavando el ruido en mi cabeza y regresándome a casa con un equipaje más ligero.
Viajero zen
+Compra flores, incienso y ofrendas para los monjes de los templos, es un ejercicio que al menos debes experimentar en una de tus visitas.
+ No vistas de rojo y amarillo, son los colores de la monarquía.
+ Viste de faldas largas hasta el tobillo y no lleves hombros descubiertos o bien, lleva esto en tu bolsa para que puedas entrar a los templos.
+ No te comportes como turista, hay gente local que pese a la fauna extranjera está en meditación.
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