La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) recientemente publicó un estudio donde seleccionó el “mejor vino tinto mexicano”. Sin embargo, esta evaluación ha generado una gran polémica entre expertos y consumidores. ¿Por qué? La metodología utilizada y la falta de experiencia del panel de catadores ponen en duda la credibilidad de los resultados.
La falta de expertise de Profeco
Profeco, si bien es una institución fundamental para la defensa del consumidor, no cuenta con la especialización necesaria para evaluar la calidad de un producto tan complejo como el vino. La cata de vinos requiere un conocimiento profundo de las variedades de uva, los procesos de elaboración, la crianza y, sobre todo, un paladar altamente entrenado.
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Una metodología cuestionable
El estudio de Profeco presenta varias fallas metodológicas que debilitan sus conclusiones. En primer lugar, la muestra de 19 vinos es demasiado pequeña para obtener resultados representativos de la diversidad de vinos tintos mexicanos. Además, el panel de catadores estaba compuesto por solo tres personas, lo cual es insuficiente para garantizar la objetividad de los resultados. Finalmente, el estudio no menciona el uso de un protocolo de cata estandarizado, lo que dificulta la comparación de los resultados con otras evaluaciones.
La importancia de un protocolo de cata profesional
Una cata profesional se basa en un protocolo riguroso que permite evaluar de manera objetiva las características organolépticas de un vino, como aroma, sabor y textura. Este protocolo incluye la utilización de una terminología específica y la participación de un panel de catadores entrenados.
Comparativa con catas internacionales
Concursos internacionales como el Concurso Mundial de Bruselas utilizan paneles de catadores mucho más numerosos y aplican protocolos de evaluación rigurosos. Estos concursos son considerados una referencia en el mundo del vino y ofrecen una visión más completa y objetiva de la calidad de los vinos.
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El impacto en los consumidores
Este tipo de evaluaciones pueden generar confusión entre los consumidores y afectar sus decisiones de compra. Al presentar información incompleta y sesgada, se corre el riesgo de desvalorizar el trabajo de los productores de vino mexicanos y de fomentar una cultura del consumo basada en precios bajos en lugar de calidad.
La evaluación realizada por Profeco sobre los vinos tintos mexicanos presenta serias deficiencias metodológicas y pone en duda la validez de sus resultados. Es fundamental que las instituciones que realizan este tipo de estudios cuenten con la experiencia y los recursos necesarios para garantizar la calidad y la objetividad de sus evaluaciones.
La promoción de una cultura del vino basada en el conocimiento y la valoración de la calidad es esencial para el desarrollo de la industria vitivinícola mexicana.